En invierno, la escasa luz y las aterciopeladas capas de nieve cubren la región de Laponia. El día es un amanecer frustrado, pero esta estación del año es una de las que registran más actividad en el extremo norte de Finlandia. Las motos de nieve y los trineos de renos despiertan del letargo estival para atravesar bosques, llanuras, lagos y pistas heladas, mientras que los cruceros en rompehielos se convierten en la gran atracción de la costa. La noche ártica y el frío polar forman parte de la vida cotidiana de los habitantes de esta región, entre ellos los nueve mil miembros de la etnia sami, que también ocupan la región septentrional de Noruega y Suecia, y la península de Kola al noroeste de Rusia.
Situada justo en la línea que marca el Círculo Polar Ártico y a una hora de vuelo de Helsinki, la ciudad de Rovaniemi es la capital de la Laponia finlandesa y la puerta de entrada a uno de los últimos territorios salvajes del continente europeo. Allí tiene su taller y oficinas el finlandés más famoso, Papá Noel, que vive en Santa Claus Village, una aldea ubicada a ocho kilómetros del centro de Rovaniemi. El venerable anciano despacha sus asuntos en Santa Park, un parque temático excavado en la roca donde es posible asistir a la escuela de elfos, ver a los duendecillos fabricar juguetes o decorar galletas de jengibre en compañía de la esposa de Santa Claus.
La vanguardista Rovaniemi
El diseño urbano de Rovaniemi se debe a otro finlandés famoso, el arquitecto Alvar Aalto que, después de que la ciudad fuera arrasada por los alemanes en retirada tras la Segunda Guerra Mundial, dibujó el nuevo trazado en forma de una gran cornamenta de reno. Aalto es responsable también del conjunto formado por el teatro, el ayuntamiento y la biblioteca, cuyas ingeniosas formas aprovechan al máximo la luz natural. En la ciudad no hay que perderse el museo Arktikum, un centro cultural que ilustra sobre la cultura de los pueblos que habitan el Círculo Polar Ártico.
Unos 200 kilómetros al este de Rovaniemi, a tocar de la frontera con Rusia, se abre la región de Kuusamo, que incluye alrededor de 4.000 lagos y algunos de los ríos más caudalosos del país, helados en invierno. La pequeña villa de Kuusamo está rodeada por multitud de cabañas escondidas entre bosques de abetos o a la orilla de lagos. Es, además, la población más cercana a la estación de Ruka, uno de los centros de esquí alpino y de fondo más importantes de Finlandia. Sus pistas iluminadas y abiertas de octubre a junio, trazan líneas sobre una cadena de colinas que no superan los 500 metros de altitud, suficiente para obtener nieve en estas latitudes. Después de una jornada de esquí, nada mejor que saborear uno de los manjares de la región, el estofado de carne de reno o el siika, un pescado de río que se prepara ahumado o asado.
Si se bordean las colinas de Ruka por el norte se alcanza el Parque Nacional Oulanka, un paraíso para los amantes de las raquetas de nieve en invierno y de las caminatas en verano. Por aquí transita el Karhunkierros o Camino del Oso, un sendero señalizado de unos 80 kilómetros que puede realizarse en siete días o bien por tramos y que sigue los ríos más agrestes de la región.
Halos de color en el cielo
Cuando el frío y la oscuridad marcan el fin de la jornada, tiene lugar uno de los fenómenos más fascinantes de la noche ártica, la aurora boreal. La expresión en finés, revontuli (repo significa zorro y tuli fuego), proviene de una fábula sami según la cual los zorros mientras corren pegan con su cola en la nieve y producen las chispas que se reflejan en el cielo. La aurora boreal se presenta por sorpresa, como una mancha fosforescente que se desplaza sobre la bóveda oscura. Las luces de colores se contonean con jirones que destellan antes de cambiar a tonos pálidos y desvanecerse. La magia del momento suele ir acompañada por el aullido de los perros huskies, inquietos por la lluvia de protones, y el silbido gélido del viento.
Hacia el norte del Círculo Polar Ártico la carretera serpentea en medio del blanco nival, bajo el cual se adivinan los bosques de abedules. Pasado Sodankylä, pueblo que conserva una iglesia de madera de 1689, se llega a Tankavaara, donde cada año se celebra el campeonato mundial de buscadores de oro, una competición que recuerda a los miles de aventureros que a finales del siglo XIX filtraban la arena del río en busca de las preciadas pepitas. El Goldvillage y el Museo del Oro de Tankavaara permiten revivir la experiencia de aquellos pioneros. Comienza allí la verdadera Laponia, que tiene su centro neurálgico en el distrito lacustre de Inari. En su capital, la pequeña Ivalo, a 325 kilómetros de Rovaniemi, la noche polar se prolonga del 3 de diciembre al 9 de enero, y es de día ininterrumpidamente del 23 de mayo al 22 de julio. El resto del año, el sol de medianoche colorea el paisaje de fucsias, como en un perpetuo crepúsculo.
En Inari las tradiciones de los samis siguen intactas. Es habitual que hombres y mujeres vistan el traje típico, y en las afueras ver las tradicionales tiendas cónicas de pieles (kotas). Escuelas, periódicos, programas de radio y televisión hablan la lengua sami, de la familia lingüística fino-ungárica y que comparte origen con el finlandés, el estonio y el húngaro. Todo eso se explica en el museo Siida, un centro dedicado a la cultura sami, la tradicional y la contemporánea.
La zona de Inari tiene dos atractivos más: el Parque Nacional Urho Kekkonen, una de las áreas salvajes más extensas del país, donde se organizan excursiones para observar alces y renos; y el centro de actividades invernales de Saariselkä, con cientos de kilómetros de pistas de esquí de travesía y la posibilidad de alojarse en iglús de hielo o incluso de cristal que dejan ver las auroras boreales desde la cama.
PARA SABER MÁS
Documentación: DNI o bien pasaporte.
Idioma: finlandés.
Moneda: euro.
Diferencia horaria: 1 hora más en invierno.
Equipo: la temperatura media en invierno es -140 C. Las agencias que organizan rutas en trineo o en motonieve suelen facilitar trajes térmicos.
Cómo llegar: Hay vuelos directos a Helsinki, la capital finlandesa, desde varias ciudades españolas; allí se toma otro vuelo a Rovaniemi o a Ivalo, ya en Laponia. El tren desde la capital tarda unas diez horas.
Cómo moverse: El coche de alquiler es idóneo para moverse por libre, pero hay que tener nociones de conducción sobre nieve. La red de autocares finlandesa es muy eficiente. Las estaciones de esquí disponen de líneas de autobús que trasladan hasta las pistas.
Alojamiento : Pasar la noche en un iglú, en una cabaña en medio del bosque o en una cabina con techo de cristal son las opciones más originales.
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