Los murciélagos son animales voladores. Junto con las aves son los únicos vertebrados no extintos capaces de volar. La capacidad de volar no es una cualidad excepcional en el reino animal, sin embargo, una de las cosas que hacen especiales a los murciélagos es que son los únicos mamíferos que han recorrido el camino de la evolución hasta desarrollar las alas que les permiten surcar el cielo, además de algunas otras cualidades que les hacen únicos en su clase.
Si empezamos por su nombre, cabe decir que los murciélagos pertenecen al orden de los quirópteros, palabra precedente de las voces griegas "cheir" y "pteron", las cuales se traducen respectivamente como "mano" y "ala". Y es que de forma contraria a los que pueda parecer, y a diferencia de las aves, las alas de los murciélagos no están conformadas por los huesos que corresponderían a los brazos y antebrazos, si no que estas serían sus manos, donde sus dedos se encuentran alargados sosteniendo una fina membrana formada de varias capas de piel llamada patagio, que les proporciona sustentación en el aire.

Por otro lado, las extremidades inferiores de estos animales también son bastante extrañas. Así, la unión de su cadera se encuentra girada unos 90 grados, por lo que sus piernas quedan ladeadas y sus rodillas orientadas en gran parte hacia atrás, algo que, ayudado de unos fuertes tendones capaces de bloquearse, les facilita sin apenas gasto de energía pender de los árboles en la postura tan típica que les caracteriza y en la que pasan la mayor parte de su vida.
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Su nombre común también es interesante. La palabra "murciélago" es una metátesis histórica de una palabra ahora considerada un vulgarismo pero en la que tiene su origen: "murciégalo". Las raíces de esta segunda lo encontramos en los términos del castellano antiguo, "mus" y "cego", que venían a significar "ratón ciego", y que hacen referencia a la fama de la mala visión de estos mamíferos así como a su apariencia de roedor volador. Sin embargo, esta fama no es del todo merecida, pues algunas especies de murciélagos poseen grandes ojos, y de hecho la mayoría de ellos tienen una buena visión diurna.
Además, por contraintuitivo que pueda parecer, en los ojos de los murciélagos se encuentra el secreto de su orientación en las grandes distancias. Así, la córnea de sus ojos ha sido recientemente identificada por científicos del Instituto de Liebniz para el Estudio de la Fauna y la Vida Salvaje, como la ubicación del críptico sentido de la orientación que exhiben los murciélagos migratorios.
Por otro lado, en la corta distancia, como no podía ser de otra manera, los murciélagos destacan por su sentido de la ecolocalización, una especie de sistema de sónar parecido al de los delfines del que se valen para comunicarse, orientarse y atrapar a sus presas, a veces en total oscuridad. De hecho, la ecolocalización es tan efectiva que los murciélagos pueden detectar objetos tan finos como un pelo humano en completa oscuridad. Esta habilidad les permite encontrar con gran eficacia los mosquitos que forman gran parte de sus dietas, ya que se calcula que un murciélago puede llegar a atrapar una media de 1.200 mosquitos a la hora: otra cualidad que, además de sumarse a la admiración que ya profesábamos por estos animales, suscita nuestra gratitud.