Medio Ambiente
Biodiversidad
20 años de la catástrofe ecológica del Prestige
Hace 2 décadas tuvo lugar en las costas de Galicia la mayor catástrofe medioambiental de la historia de España. El derrame de petróleo del buque Prestige tiñó de negro alrededor de 2.000 kilómetros de costa y llegó hasta Portugal y Francia.
Actualizado a
David Miranda
Periodista especializado en política internacional y naturaleza
Foto: José Luis Cuesta / Cordon Press
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Una tragedia sin precedentes
Se hundió a más de 100 millas de la costa, pero las imágenes más recordadas de la catástrofe tuvieron lugar en tierra firme. Hace 20 años, el Prestige tocó fondo en el Atlántico tras dejar un vertido de fuel de 64.000 toneladas en las inmediaciones de la costa de Galicia, ocasionando el mayor desastre medioambiental de España de este tipo hasta la fecha. El chapapote inundó cerca de 3.000 kilómetros de playa y miles de voluntarios se enfundaron sus trajes para limpiar las costas de aquella sustancia viscosa cuyo nombre ocupaba todos los titulares.
Foto: Carmelo Alen / AP Images
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El Prestige, el petrolero de la discordia
Era miércoles. Concretamente, un 13 de noviembre de 2002. Aquel día, el petrolero Prestige pasó de ser un completo desconocido para la opinión pública a ocupar los titulares de todos los medios a nivel nacional. El buque, que había zarpado desde San Petersburgo un mes atrás, había pasado por Letonia antes de proseguir su camino hacia el estrecho de Gibraltar cuando sufrió un accidente durante una tormenta a 61 kilómetros del cabo de Finisterre, en Galicia. En la imagen aparece el Prestige un día después del incidente con una estela de petróleo que fue derramando a su paso.
Foto: José Luis Cuesta / Cordon Press
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Una costa desesperada
Uno de los golpes que recibió el envejecido barco había abierto una vía de agua a estribor provocando un vertido de petróleo, por lo que el caos se apoderó de una situación crítica en cubierta: mientras algunas voces optaban por acercar el barco a tierra para vaciarlo y evitar un gran desastre ecológico, otras defendían llevarlo a mar abierto y alejarlo de la costa. Se optó por la segunda. El buque, que portaba alrededor de 77.000 toneladas métricas de fuel, fue remolcado desde la costa de Muxía hasta el Atlántico, donde terminaría partiéndose en dos y hundiéndose a más de 100 millas de Finisterre. Era el comienzo de una tragedia medioambiental que cambió la costa gallega para siempre.
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El chapapote, la marea negra de la vergüenza
La odisea del Prestige no era menor: el buque, de 243,5 metros de eslora, fue construido en un astillero de Kioto (Japón) en 1976, gestionado por una empresa de Grecia (Universe Maritime), era propiedad de una empresa de Liberia (Mare Shipping), y estaba asegurado en Reino Unido (London Steamship Owners Insurance). También llevaba bandera de Bahamas y la mercancía que transportaba pertenecía a una empresa suiza (Crown Resources).
Todo este drama se encontró con la división a la forma de actuar: o se llevaba el barco a Coruña para vaciarlo y arreglarlo o se hundía en mitad del mar. Se tomó la segunda opción, una decisión que los miles de pescadores y mariscadores de la costa gallega asumieron con inquietud, conscientes de la gravedad del asunto.
Foto: Pedro Armestre / Greenpeace España
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Un cúmulo de errores
El hundimiento del barco en alta mar se produjo finalmente el 19 de noviembre de 2002 a 246 kilómetros de Finisterre. El petrolero se partió en dos mitades, hundiéndose la popa a las 11:45 de la mañana y la proa a las 16:18, quedando ambas partes del barco a 3.600 metros de profundidad según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Tal catástrofe trajo consigo la llegada masiva de fuel a las costas gallegas y sus consecuencias también se dejaron notar en las playas cantábricas, asturianas e incluso en Francia y Portugal.
El chapapote inundó la Costa da Morte coruñesa y miles de animales se vieron afectados. Según los datos de la Sociedad Española de Ornitología, el número total de aves muertas como consecuencia del desastre del Prestige se sitúa entre las 115.000 y las 230.000.
Foto: Pedro Armestre / Greenpeace España
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Una sustancia negra, pegadiza y viscosa
El chapapote inundó la Costa da Morte coruñesa y miles de animales se vieron afectados como consecuencia de un vertido que ascendió a 64.000 toneladas de fuel. En total, el derrame de fuel se dejó notar en hasta 2.980 kilómetros de costa. Inmediatamente se convirtió en el peor desastre ambiental de estas características en España.
El chapapote se pegaba a todo lo que tocaba: piedras, playas, lecho marino, fauna... e incluso a los miles de voluntarios que acudieron a ayudar en las tareas de limpieza. El desastre no solo era medioambiental, sino que afectó a todos los niveles de una sociedad gallega acostumbrada a vivir del mar y que respondió con valentía ante una situación que les dejaba impotentes. Miles de voluntarios de toda España se sumaron a los voluntarios gallegos en las tareas de limpieza de las playas, donde cada trabajador tenía que ir equipado con monos, guantes y mascarillas para evitar la contaminación.
Foto: José Luis Cuesta / Cordon Press
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Los héroes anónimos
6 días transcurrieron desde el momento en el que el capitán del barco dio la llamada inicial de socorro hasta que el barco terminó sucumbiendo en las profundidades del Atlántico. En todo ese intervalo, el Prestige recorrió 450 kilómetros desde las costas de Muxía hasta mar abierto ayudado por los remolcadores, que lo alejaron de la costa.
El resultado de la operación no fue positivo como se pudo comprobar con posterioridad: se recogieron más de 170.000 toneladas de desechos de 1.137 playas distintas. Los datos de Greenpeace España indican que un total de 450.000 metros cuadrados de superficie rocosa se vieron cubiertos por el chapapote que posteriormente sería retirado por los voluntarios en las tareas de limpieza. En mitad de un caos sin precedentes, la sociedad civil se organizó como nunca antes para tratar de frenar el desastre: 300.000 voluntarios trabajaron en las labores de limpieza de las costas
Foto: Cordon Press
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Un impacto fatal para los ecosistemas
El mayor impacto como consecuencia del desastre se lo llevaron los ecosistemas marinos, subacuáticos y costeros, así como las especies que allí habitaban. Aves marinas, cetáceos, tortugas y nutrias vieron como una marea negra se acercaba desde el mar para impregnar todo de chapapote, una sustancia negra y pegajosa formada principalmente por hidrocarburos aromáticos, unos compuestos tóxicos que pueden llegar a envenenar el plancton, así como los huevos de numerosas especies y producir cáncer en los animales contaminados y en los que se nutren de ellos en la cadena trófica. En un primer momento, se estimó que la contaminación procedente del Prestige podría afectar a la zona durante un mínimo de 10 años debido a su composición.
Foto: Sebastián Losada / Greenpeace
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"Nunca máis"
Las imágenes de las playas y las aves cubiertas de chapapote sacudieron las conciencias de millones de españoles, que se involucraron en la causa como nunca antes. Los miles de voluntarios enfundados con monos blancos para hacer frente a la marea negra no solo fueron el símbolo de la resistencia ante una injusticia sufrida por toda Galicia, sino que también se grabaron a fuego en la mente de los españoles.
Según los datos de Greenpeace, 1.953 personas fueron atendidas durante las labores de limpieza a causa de dificultades respiratorias, 1.000 kilómetros de costa quedaron cerrados para la pesca y el marisqueo, un sector que perdió más de 400 millones de euros en ingresos como consecuencia del vertido. El turismo también se resintió, sufriendo pérdidas que superaron los 500 millones. Una gestión política deficiente en mitad de la catástrofe llevó a miles de personas a las calles bajo el mismo lema de protesta que resonó en las calles de todo el país: "nunca máis".