Es sabido que los cuervos son animales extremadamente inteligentes, como demuestra su capacidad para usar herramientas para buscar alimento. Lo que hasta la fecha se desconocía es por qué estas aves se congregan ruidosamente alrededor de sus congéneres fallecidos. Este comportamiento, observado en numerosas ocasiones por la comunidad científica, intrigaba a Kaeli N. Swift, etóloga de la Universidad de Washington, quien decidió llevar a cabo experimento cuyas conclusiones han sido publicadas en la revista Animal Behaviour.
En primer lugar, Swift esparció comida durante varios días consecutivos en un punto determinado para que los cuervos se habituaran a congregarse allí para buscar alimento. Más tarde un grupo de voluntarios cubiertos de máscaras de látex (para evitar ser reconocidos por las aves) acudía al lugar con un ejemplar muerto entre las manos, mientras la investigadora examinaba su reacción.
Swift observó que en la mayoría de los casos los cuervos arremetían contra los voluntarios o emitían graznidos de alerta, aunque lo hacían con menor frecuencia cuando en lugar de un cuervo muerto portaban el cadáver de una paloma. Si, por el contrario, los voluntarios avanzaban con las manos vacías, los cuervos no les hostigaban, aunque se alejaban y no volvían hasta comprobar que no había nadie. La investigadora comprobó además que durante los días posteriores al experimento las aves tardaban bastante más en acudir al lugar en busca de comida, mientras que la imagen de la paloma muerta no surtía el mismo efecto.
Los científicos concluyeron que los cuervos podrían interpretar la presencia de sus congéneres muertos como un peligro potencial. Los graznidos ruidosos, aclaran, podrían ser una forma de compartir la información con el grupo. De esta forma estas aves, de las que se sabe que tienen buena memoria, recopilarían información sobre las amenazas por su propia seguridad. “Saber que tienes que tener cuidado en un lugar concreto es algo valioso para ellas”, aclara Swift.