Paraísos lejanos: las islas más remotas del planeta

Rodeadas por miles de kilómetros de océanos, las islas más remotas del planeta son lugares curiosos por definición: en muchos casos ni el hombre llega a establecerse en ellas, dando lugar a entornos naturales tan inhóspitos como asombrosos.

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David Miranda

Periodista especializado en política internacional y naturaleza

Lugares con un carisma especial e identidad propia, las islas son entornos únicos para todas las especies que las habitan. Debido a su aislamiento durante el paso del tiempo, miles de especies que habitan las islas de nuestro planeta han desarrollado características y capacidades únicas, convirtiéndose en muchos casos en endemismos que no se encuentran en ninguna otra parte del planeta. 

Un buen ejemplo de ello es Madagascar, con su interminable lista de fascinantes especies que sorprenden con sus colores, tamaños y formas. Sin embargo, además de las islas más famosas del planeta como pudiera ser el ya mencionado hogar de los lémures, existen otras islas mucho más remotas, inaccesibles y salvajes. En la mayoría de ellas, debido a su gran distancia hasta la civilización, ni siquiera ha llegado a establecerse el hombre. 

Estos rincones del planeta son algunos de los grandes anhelos de exploradores, naturalistas y fotógrafos a lo largo de la historia por una simple razón: su inaccesibilidad las hace únicas.

Longyearbyen (Svalbard)

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Longyearbyen (Svalbard)

Ubicada en las islas Svalbard (Noruega), Longyearbyen es la isla más poblada y también la capital de este archipiélago situado al norte de la península Escandinava. Ubicada a más de 900 kilómetros de la ciudad noruega de Tromsø y a poco menos de 1300 kilómetros del Polo Norte, Longyearbyen es uno de los rincones más duros y salvajes de la Tierra.

Las auroras boreales iluminan su cielo durante los meses más fríos del año mientras que los osos polares dominan sus costas desde hace siglos, haciendo de este lugar un entorno de un valor natural incalculable. A pesar de su belleza, estas costas están sufriendo duramente el impacto del calentamiento global.

Atolón Diego Garcia

Foto: ESA / Satélite Sentinel

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Atolón Diego Garcia

Con una curiosa forma en V, el atolón Diego Garcia se sitúa en el archipiélago Chagos, en el punto central del Océano Índico, un lugar tan alejado de la civilización que lo convierte en una isla muy poco amable para el ser humano. Sin embargo, a pesar de lo que se pueda pensar, es uno de los puntos estratégicos más codiciados del planeta: este atolón es una enorme base aérea y naval compartida por los ejércitos británico y norteamericano.

¿La razón? Su ubicación entre el este de África, Oriente Medio, el Sudeste asiático y Australia permite a las tropas movilizarse rápidamente hacia cualquiera de estos puntos del planeta.

Es precisamente ese uso militar de la isla el que justifica su inclusión en la lista, pues no solo tiene una intensa actividad humana, sino que también esconde una dura historia para sus antiguos habitantes: los cerca de mil isleños que la habitaban hasta 1971 fueron movidos a otros puntos del planeta como las islas Mauricio o las Seychelles, de modo que la isla quedase desierta para desarrollar las actividades militares. A día de hoy, los antiguos pobladores y sus descendientes siguen pidiendo que un día puedan volver al que un día fue su hogar.

Tristán de Acuña

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Tristán de Acuña

Junto con Santa Helena y Ascensión, Tristán de Acuña completa el podio de los territorios más remotos de la corona británica. Ubicado a más de 2.000 kilómetros al sur de Santa Helena, la zona habitada más cercana, el archipiélago de Tristán de Acuña se compone de la isla central que le otorga el nombre, además de diversos territorios ubicados en la gran reserva natural formada por Inaccesible, Nightingale, Middle, Gough y Stolenhoff, haciendo de ella el lugar más remoto del planeta: no hay pista de aterrizaje en la isla, por lo que todos los visitantes deben llegar en barco desde puertos como el de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, tras pasar una travesía cercana a los 20 días de viaje.

Con una población que apenas supera las 250 personas, la vida en el archipiélago es lo más parecido a vivir en aislamiento de la sociedad en plena naturaleza. La isla únicamente cuenta con 34 kilómetros de costa, dominada por un cono volcánico que la gran mayoría de días está cubierto por nubes, otorgándole un aspecto aún más enigmático si cabe a la isla.

Isla de Pascua

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Isla de Pascua

Famosa por sus gigantescos moais de piedra, la isla de Pascua (también llamada Rapa Nui o Te Pito te Henua) es una pequeña isla de origen volcánico ubicada en el Pacífico Sur que se sitúa a más de 3.500 kilómetros de Santiago de Chile y a más de 2.000 kilómetros de las Islas Pitcairn, otras de las más remotas del planeta.

No solo es uno de los lugares más aislados del planeta, sino que sus moais hacen de ella un reclamo turístico sin igual: hay más de 600 repartidos por toda la isla, además de numerosas construcciones que revelan la maestría constructora de la civilización Rapa Nui. A pesar de su aislamiento y su gran distancia hasta el continente americano, la isla está gestionada por el gobierno chileno.

Islas Kerguelen

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Islas Kerguelen

Su antiguo nombre delata la dureza de estos territorios ubicados en el Océano Índico: islas de la Desolación. Este archipiélago formado por más de 300 pequeñas islas lleno de montañas, glaciares y planicies cubiertas de musgo se sitúa a unos 4.500 kilómetros de Ciudad del Cabo y a poco más de 2.000 kilómetros al norte de la Antártida continental. Sin embargo, su aislamiento no les impide ser parte de los territorios de ultramar pertenecientes a Francia, cuya capital se sitúa a más de 12.500 kilómetros.

Sin duda, estamos hablando de un archipiélago tremendamente remoto, pero al que las especies animales se han aclimatado como en pocos lugares de la Tierra. Con temperaturas medias que apenas oscilan entre los 2 y los 8 grados centígrados, las islas Kerguelen no son para los humanos, pero sí son un paraíso para las focas, los albatros y más de cuatro especies de pingüinos, entre los que destacan las grandes colonias de pingüino emperador. 

Nueva Zembla

Foto: ESA / NASA

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Nueva Zembla

El archipiélago ruso de Novaya Zemlya significa literalmente "nueva tierra" en ruso, un nombre perfecto para el archipiélago más septentrional de Europa que separa los mares de Kara y Barents, en el extremo noroeste de Rusia. Está compuesto por numerosas islas entre las que destacan sus dos enormes islas árticas, Severny y Yuzhny, en cuyo extremo forman un curioso estrecho de apenas 2 kilómetros conocido como Matochkin Shar.

Durante la Guerra Fría, numerosas fuentes indican que el archipiélago de Nueva Zembla fue el campo de pruebas de la URSS para más de 200 test nucleares entre los años 1954 y 1990, incluyendo el de la bomba de hidrógeno más potente que se haya fabricado, la Bomba del Zar. Sin duda, un lugar poco agradable para el ser humano por su ubicación, bajas temperaturas y peligrosidad durante el siglo XX, lo que ha hecho que hoy 

Islas Pitcairn

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Islas Pitcairn

De origen volcánico, las Islas Pitcairn son mundialmente famosas por haberse convertido en el paraíso de los amotinados del HMS Bounty, un buque de la armada británica que sufrió uno de los motines más famosos de la historia cuando la tripulación encontró un refugio seguro en esta isla, pues estada mal ubicada en los mapas de la época. En la actualidad, la Pitcairn se localiza en el centro de una de las reservas marinas más grandes del planeta, una enorme región de 830.000 kilómetros cuadrados, un territorio de una extensión similar a la superficie de España y Alemania juntas.

Sentinel del Norte

Foto: ESA / NASA

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Sentinel del Norte

La bahía de Bengala esconde una de las islas más intimidantes para el ser humano que se conocen. Se trata de la isla Sentinel del Norte, que destaca entre las 572 islas del archipiélago Andamán por los peligrosos arrecifes que la rodean y, principalmente, por sus habitantes. Los habitantes de Sentinel del Norte no quieren saber nada de la globalización ni del mundo moderno, es más, han rechazado todos los intentos de hacer un contacto pacífico con ellos desde hace décadas. 

Sin intervención del gobierno indio, esta pequeña isla de poco menos de 60 kilómetros de superficie y 8 kms de ancho es en sí misma una entidad soberana bajo protección india en la teoría, pues nadie se acerca en la práctica. Los propios sentineleses ignoran la existencia de dicho país y su pertenencia al mismo, un hecho tremendamente inusual que ha provocado una relación con el medio ambiente más que destacable: no se conoce la población total de la isla, pero la biota permanece inalterada a través del tiempo. Nadie entra y nadie sale, por lo que no se produce intercambio de enfermedades ni especies entre la isla y el mundo exterior. El bajo crecimiento de la población y su aislamiento total han resultado en que el biotipo de la isla Sentinel del Norte no se hay actualizado, coexistiendo en espacio y tiempo durante miles de años.