Medio Ambiente
Biodiversidad
El Pantanal, un edén de biodiversidad único en la Tierra
Cada día, el humedal más grande del planeta se convierte en el terreno de juego de una aventura por la supervivencia para las miles de especies que le llaman hogar.
Actualizado a
David Miranda
Periodista especializado en política internacional y naturaleza
Ningún día es igual al anterior en el Pantanal. Lagunas enteras donde miles de aves, caimanes y nutrias gigantes pueden desaparecer como por arte de magia cuando llega la estación seca. En un entorno tan cambiante, las especies que lo habitan han tenido que desarrollar una increíble capacidad de adaptación ante los cambios extremos para prosperar. Sin duda, se trata de una de las habilidades más preciadas del mundo natural, pero también deja entrever la extrema competitividad del ecosistema en el que habitan.
Enclavado en la región brasileña Mato Grosso del Sur y con ramificaciones que alcanzan Paraguay y Bolivia en sus extremos, el Pantanal es un humedal en el que dominan los extremos: con grandes variaciones entre la estación seca y la húmeda –momento en el que el nivel del agua sube más de 3 metros y el Pantanal se anega en un 80%–, este edén de biodiversidad va mucho más allá de lo que el ojo humano puede avistar. Considerado el ecosistema más rico del mundo, la biodiversidad de flora y fauna alcanza aquí una dimensión sin igual en ninguna otra latitud de la Tierra.
Foto: Sergio Pitamitz / AP Images
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El mayor humedal del planeta
Con una superficie que oscila entre los 140 000 km² y 220 000 km², el Pantanal es conocido por ostentar el título de sistema ecológico de agua dulce más grande del mundo. Este sistema alterna grandes áreas de llanuras que estacionalmente se inundan o se secan con grandes áreas pantanosas y humedales permanentes. Este paraíso para aves, reptiles y mamíferos también cuenta con grandes áreas boscosas en las tierras de mayor altitud, como es el Gran Chacho de Bolivia y Paraguay. Esta pluralidad de paisajes es lo que otorga al área un carácter tan especial en términos naturales.
Las crecidas estacionales en la estación lluviosa – desde octubre hasta marzo– hacen que el río Paraguay y afluentes como el São Lourenço o el Cuiaba, en la imagen, aneguen buena parte del territorio del pantanal, otorgando un aspecto cambiante al Pantanal dependiendo de la época del año.
Foto: Andre Penner / AP Images
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Un depredador sigiloso e inteligente
El jaguar (Panthera onca) es uno de los grandes superdepredadores de América, por no decir el más destacado. De porte majestuoso y actitud sigilosa, su mordedura es la más potente en relación a su tamaño de todos los grandes felinos, pero su larga lista de atributos no acaba aquí: si en algo destaca es en su polivalencia, pues se mueve sin ser detectado tanto en el suelo de la selva como en las ramas de los árboles. De hábitos nocturnos gracias a una prodigiosa visión, también de mueve con soltura en los ríos donde descansan buena parte de sus presas, inconscientes del peligro que les acecha desde la orilla.
Es allí donde el jaguar se hace fuerte: su poderosa mordedura no tiene como objetivo la garganta de sus presas sino que es su cráneo el que recibe el mordisco, causando una muerte instantánea al perforar su cerebro. Su agilidad es una de principales las razones por las que gran cantidad de las imágenes que se toman del jaguar se capturen desde las orillas contrarias de los ríos.
Foto: Sergio Pitamitz / AP Images
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Una armadura a la altura del desafío
Con más de 3.500 especies vegetales conocidas, más de 650 especies de aves y depredadores de la altura del jaguar, el caimán o la anaconda, hacerse un hueco en este paraíso ecológico no es ni mucho menos fácil. Sin embargo, especies como el armadillo han conseguido adaptarse al Pantanal como anillo al dedo gracias a su dura armadura de placas óseas cubiertas por escudos córneos que les sirven como protección, una estrategia defensiva que ha hecho de la especie una de las más antiguas de la zona, con registros de armadillos que datan del Paleoceno.
Conocido por ser un gran santuario para las aves migratorias, el Gran Pantanal es una de las comunidades de aves más diversas de la Tierra.
Foto: Sergio Pitamitz / AP Images
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Los vigilantes ojos del Pantanal
Dentro de este paraíso ecológico, sus ríos y pantanos son vigilados de cerca por los yacarés negros, una especie de reptil que puede alcanzar los tres metros de longitud y que presenta una dura coraza en el lomo de un color negruzco muy distintivo. A pesar de que las medidas de protección han permitido su recuperación, la especie afrontó momentos críticos a nivel poblacional al ser el objeto de deseo del comercio de especies, con fines tan concretos como la industria del calzado.
Como la zona del Amazonas, el Gran Pantanal es uno de los sistemas hidroecológicos más densamente poblado en el mundo. Se forma un ambiente que es el hogar de miles de especies de plantas, mariposas, insectos, aves, serpientes, reptiles, peces, y mamíferos.
Foto: CC / Bernard Dupont
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Un depredador con mucha sangre fría
En un entorno que sirve de hogar para miles de especies de plantas, insectos, aves, reptiles, peces y mamíferos, destaca una especie de dimensiones inabarcables y con un gran abanico de aptitudes. Se trata de la anaconda, uno de los depredadores más destacados del Pantanal y puede alcanzar un tamaño de hasta 12 metros desde la cabeza hasta el extremo de su cola. Recibe numerosos nombres de las culturas locales como kuriyú o sucurí, aunque su nombre científico despeja una de las grandes incógnitas de las anacondas: Eunectes, cuyo significado etimológico en griego es "buen nadador".
Hábil tanto en tierra como en agua, su capacidad de constricción es más que destacable, a través de la cual se enrollan alrededor de sus presas para asfixiarlas, es una de sus grandes bazas a la hora de cazar al no poseer veneno. Se alimentan de peces, patos, caimanes, monos y capibaras, aunque hay registros que indican ataques a animales domésticos e incluso jaguares, que pudieron haber invadido el terreno de la anaconda con consecuencias fatales.
Foto: Sergio Pitamitz / AP Images
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Abrazos casi humanos
Con una enorme variedad microambientes, la biodiversidad de la flora y fauna del área inundada en el Pantanal es indudablemente rica. Es en las zonas anegadas donde las nutrias gigantes encuentran su patio de recreo particular. Estos curiosos mamíferos habitan entre la Amazonia y la región del Gran Pantanal y son conocidos por ser la especie más larga de todos los mustélidos del planeta, llegando a medir en su edad adulta entre 1,50 y 1,80 metros, prácticamente como un ser humano adulto.
Su peso tampoco es despreciable (hasta los 45 kilos), pero lo que realmente las hace especiales es su gran capacidad social, pues tienden a vivir en grupos familiares de entre 3 y 8 individuos extremadamente unidos y cooperativos. De comportamientos pacíficos, se muestra territorial cuando su área se ve comprometida por otra familia de nutrias. La nutria gigante es la más ruidosa de las nutrias y se han llegado a documentar distintas vocalizaciones que indican alarma, agresividad y tranquilidad. En las últimas décadas su rango de distribución se ha reducido considerablemente como consecuencia de la caza y la degradación de su hábitat y las estimaciones indican que quedan alrededor de 5.000 ejemplares en su medio natural.
Foto: Sergio Pitamitz / AP Images
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Árboles llenos de color
La diversidad ornitológica del Pantanal es imponente: con más de 650 especies de aves tropicales, muchas de ellas endémicas, es uno de los sistemas más densamente poblados en el mundo. Este área no solo es un gran hogar para numerosas especies de aves, sino que también es una etapa importante en las rutas de las aves migrantes de otras partes del mundo, y este aumenta el número de las especies que el área protege. El resultado es una de las comunidades de aves más diversas de la Tierra.
Tucanes, guacamayos y jabirús llenan de color el Pantanal, que posee la categoría de parque nacional en Brasil, Bolivia y Paraguay, siendo designados de importancia internacional bajo el Convenio de Ramsar, convirtiendo a este edén en una de las regiones de mayor valor natural del planeta.
Foto: Sergio Pitamitz / AP Images
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Astucia y elegancia con forma de felino
Polivalente y versátil, el ocelote también tiene un lugar reservado en el Pantanal. Este felino de tamaño medio es el tercero más grande de Mesoamérica tras el puma y el jaguar, otro de los superdepredadores del Gran Pantanal. Presenta una gran adaptación a sus hábitats, pues puede vivir tanto en selvas húmedas como en zonas montañosas y semidesérticas gracias a sus necesidades alimenticias más reducidas que el jaguar, con quien no suele compartir hábitat al requerir de zonas donde la vegetación es mucho más densa.
Sus grandes orejas dejan entrever un gran sentido auditivo que, unido a su gran vista con pupilas que se adecúan a los cambios de luminosidad, le hacen temible para los mamíferos y aves más pequeñas. Sus uñas retráctiles le permiten escalar árboles con gran agilidad al tenerlas extendidas, mientras que las guarda al correr para evitar su deterioro.
Foto: Sergio Pitamitz / AP Images
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Entre dos aguas
Los carpinchos, también conocidos como capibaras, son roedores grandes y pesados que habitan los humedales y bosques densos de Sudamérica. Durante miles de años ha desarrollado una gran relación con el agua, lo que hace del Pantanal el ecosistema idóneo para ellos. Se trata de una especie tremendamente social que se puede reunir en grupos de hasta 100 ejemplares, pero lo normal es que comparta su día a día en grupos de entre 10 y 20 individuos.
De hábitos crepusculares, los carpinchos pueden crecer hasta 1,30 metros de largo y llegar a pesar 65 kilos, lo que hace que requieran de un buen refugio entre la espesa vegetación tierra firme para poder descansar por las noches una vez su jornada ha terminado. Cuando identifican un peligro hacen gala de un corto ladrido que sirve como señal de aviso al resto del grupo, que corre a toda velocidad al agua para ponerse a salvo en un entorno en el que el peligro puede acechar desde cualquier esquina.