Esta semana se publica en la revista Science la que es la primera investigación mundial que confirma que las cacatúas, la exóticas aves australianas de plumaje banco e inconfundible cresta amarilla, son capaces de transmitir ciertos comportamientos a sus congéneres a través del aprendizaje social. En este caso concreto la evidencia muestra que las cacatúas aprendieron unas de otras a abrir los cubos de basura para alimentarse de los restos depositados en ellos. Dirigido por Barbara Klump y Lucy Aplin, ambas investigadoras del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, el equipo también conformado por John Martin de la Sociedad para la Conservación de Taronga y Richard Major del Museo Australiano, ha demostrado que en lugar de ser un resultado de la genética, este comportamiento es aprendido.
"El aprendizaje social es una de las grandes bases del aprendizaje humano. Los niños son maestros del aprendizaje social y desde una edad temprana, copian las habilidades de otros niños y adultos", introduce Klump. "Sin embargo, en comparación con los humanos, hay pocos ejemplos conocidos de animales que aprendan unos de otros, entre los que destacan algunas especies de primates y de aves. Es por ello que demostrar que este comportamiento de recolección de alimentos no se debe a la genética fue todo un desafío", añade la autora principal del artículo.
El aprendizaje social en aves
Todo comenzó hace unos años, cuando Richard Major compartió un video con Lucy Aplin, la otra de las autoras principales del paper que se publica bajo el título Innovation and geographic spread of a complex foraging culture in an urban parrot, el cual se mostraba a una cacatúa -Cacatúa galerita- abriendo un cubo de basura cerrado. La cacatúa usó su pico y su pie para levantar la pesada tapa y luego se desplazó a lo largo del mismo para darle la vuelta, accediendo a la recompensa de su interior.
Klump y Aplin y quedaron fascinadas con las imágenes. "Fue tan emocionante observar una forma tan ingeniosa e innovadora de acceder a un recurso alimentario que supimos de inmediato que teníamos que estudiar sistemáticamente este comportamiento único", cuenta la primera.
Major, investigador sénior del Instituto de Investigación del Museo Australiano, ha pasado más de 20 años estudiando especies de aves australianas como el mielero chillón -Manorina melanocephala-, el ibis blanco australiano -Threskiornis molucca- o las cacatúas. "Como muchas aves australianas, las cacatúas son ruidosas y agresivas, pero también son increíblemente inteligentes, tenaces, y se han adaptado de manera brillante a convivir con los humanos", relata el investigador.
Martin por su parte, compañero de Major en numerosos proyectos sobre aves urbanas, explica que los contenedores de basura australianos tienen un diseño uniforme en todo el país, y que las cacatúas son comunes en toda la costa este. "Por lo que lo primero que queríamos saber es si las cacatúas abrían los contenedores en todas partes". "En 2018, lanzamos una encuesta en línea en Sydney y varias áreas de toda Australia con preguntas como, '¿De qué área es usted? ¿Ha observado alguna vez este comportamiento con anterioridad? Y, de ser así, ¿cuándo?'. La encuesta se desarrolló durante dos años y nos ayudó a determinar cómo había extendido este comportamiento a otras cacatúas".
Resultó que solo alrededor del 10% de las aves, la mayoría machos., podía abrir los contenedores. El resto esperó hasta que los "pioneros" abrieran los cubos para luego servirse ellos mismos"
Así, a finales de 2019, los residentes de 44 áreas habían observado el extraño comportamiento de apertura de contenedores, lo que demuestra que se había extendido rápida y ampliamente. Un análisis más detallado de los resultados de la encuesta mostró que el comportamiento llegó a los distritos vecinos más rápidamente que a los distritos más alejados, lo que indica que el nuevo comportamiento no estaba apareciendo al azar únicamente en Sydney. "Estos resultados muestran que los animales realmente aprendieron el comportamiento de otras cacatúas en su vecindad", explica Klump.
Foto: Barbara Klump / Max Planck Institute of Animal Behavior
Los investigadores también marcaron alrededor de 500 cacatúas con pequeños puntos de pintura en tres puntos calientes seleccionados para permitir la identificación de las aves individuales, lo que les permitió observar cuantas y cuales de ellas podían abrir contenedores. "Resultó que solo alrededor del 10% podía hacerlo, la mayoría de los cuales eran machos. El resto esperó hasta que los "pioneros" abrieran los cubos de basura para luego servirse ellos mismos", explican los autores.
Sin embargo, hubo una excepción: a finales de 2018 una cacatúa en el norte de Sydney reinventó la técnica de búsqueda y las aves de los distritos vecinos copiaron el comportamiento. "Observamos que todas las aves no abren los contenedores de basura de la misma manera, sino que utilizan diferentes técnicas en diferentes áreas, lo que sugiere que el comportamiento se aprende observando a las demás" detalla Klump.
Los científicos, quienes esperan que sus hallazgos también generen una comprensión más amplia del comportamiento y la adaptación los animales urbanos a la presencia humana, interpretaron los resultados como una cualidad emergente en cada una de las poblaciones regionales. "Al estudiar este comportamiento con la ayuda de los residentes locales, estamos descubriendo culturas animales únicas y complejas, sin ir más lejos, justo aquí, en nuestro propio vecindario", sentencia Klump.