El riconeronte de Sumatra (Dicerorhinus sumatrensis) habitaba en su día una vasta área de distribución que se extendía desde las laderas del Himalaya, Bután y el Nordeste de la India hasta la península de Malaca, pasando por el sur de China, Myanmar, Thailandia y Camboya. La especie, críticamente amenaza según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, está hoy confinada a las islas de Sumatra y Borneo, donde quedan menos de cien ejemplares.

Uno de esos pocos especímenes que quedaban era Tam, un macho que descubrieron merodeando por los alrededores de una plantación de palma aceitera al que transfirieron posteriormente a la Reserva de vida Salvaje de Tabin, el Estado de Sabat, en la zona de la isla de Borneo perteneciente a Malasia. Los conservacionistas no escatimaron esfuerzos en emparejarlos con dos hembras: Puntung e Iman, capturada en los últimos cinco años, pero todos los intentos fueron en vano.

Puntung fue eutanasiada en 2017, dejando únicamente a Iman como único ejemplar de la reserva, aunque sin viabilidad reproductiva, como prueba el fracaso de todos los intentos anteriores en busca de descendencia. Ello podría acabar condenando a la desaparición definitiva de esta especie en territorio malayo después de que en 2015 ya fuese declarada extinta en territorio salvaje.

El hábitat del rinocerontes de Sumatra

Los rinocerontes de Sumatra viven en cuatro regiones aisladas dispersas por un territorio de 26.000 kilómetros cuadrados de bosque denso y escarpado. En semejante territorio los machos no acostumbran a aventurarse demasiado lejos, y en el caso de que encuentren una hembra, las posibilidades de reproducción son más bien escasas, debido a que estas pueden desarrollar quistes y miomas si pasan demasiado tiempo sin reproducirse.

Se calcula que en Indonesia solo quedan en torno a un centenar de individuos, la mayoría de ellos en Sumatra.

Se estima que el número total de ejemplares ha descendido en torno al 70% a lo largo de los últimos decenios, principalmente a causa de la furtiva. En toda Indonesia se calcula que la población total ronda el centenar de individuos, la mayoría en la isla de Sumatra, con menos de 10 ejemplares en estado salvaje en la parte indonesia de Borneo, aunque parte de esos avistamientos todavía no han sido confirmados.

"La población está muy fragmentada y los últimos ejemplares viven en zonas de bosques aisladas entre sí, por lo que las hembras difícilmente encuentran machos con los que reproducirse. Además, años de reducción de la población y aislamiento han provocado una fuerte endogamia que seguramente esté afectando las tasas de reproductividad", sostiene Luis Suárez, responsable de Biodiversidad Terrestre de WWF España.

La delicada situación a la que se enfrenta la especie en estado salvaje ha llevado a distintas organizaciones ecologistas a desarrollar sendos programas de reproducción, como la liderada por el Estado de Indonesia con el apoyo de National Geographic Society. Su objetivo es reubicar a los rinocerontes capturados y construir instalaciones destinadas a la cría y reproducción de estos animales antes de devolverlos al estado salvaje. Pero para criar hace falta una pareja reproductora, algo que no se sabe si volveremos a ver en Malasia.

"Lo primero que hay que hacer es proteger el hábitat donde sobreviven los últimos ejemplares para salvaguardarlos del furtivismo. Como esto puede ser cada vez más complejo y la situación es muy desesperada (es el mamífero terrestre más amenazado del planeta) se ha puesto en marcha un plan de emergencia que consiste en encontrar y capturar ejemplares aislados y trasladarlos a santuario controlados donde poner en marcha programas de cría en cautividad", sostiene Suárez.

La amenaza del aceite de palma

Una de las mayores amenazas para estos esquivos y aislados rinocerontes es la desaparición de su hábitat debido a la tala y quema de bosques para la plantación de palma aceitera (Elaeis guineensis), la materia prima con la que se elabora el aceite de palma. Aunque la especie no es nativa Asia, sino de África, Indonesia y Malasia ocupan hoy el epicentro de su comercio a nivel mundial. A finales de los años treinta las plantaciones de palma aceitera ocupaban apenas 100.000 hectáreas, aunque durante las siguientes décadas los avances agrícolas se tradujeron en una mejora de los rendimientos, además de mayores inversiones. Y los rinocerontes no son los únicos amenazados por esta actividad.

En la década de 1970 tres cuartas partes de Borneo todavía estaban ocupadas por frondosas selvas, aunque el aumento de la demanda de aceite de palma trajo consigo la desaparición de muchos bosques. A principios de este siglo, miles de kilómetros cuadrados de bosques de tierras bajas y turberas se habían convertido en plantaciones de palma aceitera, y hoy se estima que desaparecen 355.000 hectáreas al año. Por ello, todo esfuerzo por proteger y reintroducir la especie pasa primero por la conservación de un hábitat cada día más amenazado.