El impacto de la huella humana en los ecosistemas del planeta ha obligado a acuñar el término ‘antropoceno’ para designar esta nueva era de la historia geológica de la Tierra caracterizada por el cambio climático y la degradación de la biodiversidad. Sin embargo, a pesar de las crecientes pruebas científicas sobre el impacto acumulado de la actividad humana en la salud de nuestro planeta, los datos sobre su alcance real siguen siendo escasos.

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista especializada Science Advances arroja luz sobre este hecho, comparando la actual biodiversidad de los lagartos y las serpientes de la isla de Guadalupe (al sur del Caribe) con la información proporcionada en el registro fósil. Sus conclusiones son contundentes: este pequeño archipiélago de las Antillas ha visto desaparecer entre el 50 y el 70% de las especies de reptiles escamosos (el orden de reptiles que incluye a los lagartos, los camaleones, las iguanas y las serpientes) en los siglos posteriores a la llegada de los colonizadores europeos, que se produjo a finales del siglo XV.

El archipiélago antillano ha visto desaparecer entre el 50 y el 70% de las especies de reptiles escamosos desde el siglo XV.

Los investigadores descubrieron que esta pérdida de biodiversidad contrastaba con el registro precolonial, lo cual demuestra que los nativos que poblaban el archipiélago antes de la era colonial coexistieron con las serpientes y lagartos autóctonos durante miles de años, cuyas poblaciones incluso se incrementaron a lo largo de la larga historia del poblamiento sin que se hubiera registrado episodio de extinción alguno.

Preocupación por la biodiversidad

"Los datos a largo plazo de Guadalupe son preocupantes", señala la profesora Nicole Boivin, directora del Departamento de Arqueología del Instituto Max Plank de Jena, en Alemania. "Las serpientes y los lagartos persistieron a través de una amplia gama de cambios climáticos, ambientales y provocados por el hombre durante miles de años en el archipiélago de Guadalupe. No parecen ser animales sensibles a estos cambios. Sin embargo, en los últimos cientos de años, su diversidad ha caído en picado", apunta.

Corentin Bochaton, investigador principal del estudio, explica a National Geographic España a través del correo electrónico cómo llegaron a esta conclusión: "Identificamos los huesos de serpientes y lagartos encontrados en yacimientos paleontológicos y arqueológicos fechados desde el Pleistoceno superior hasta la época moderna para describir la diversidad de especies presentes en los diferentes periodos de tiempo. Encontramos que la biodiversidad de aquellos reptiles era mucho mayor que la de épocas posteriores. Aquellas poblaciones amerindias quizás introdujeron dos especies de reptiles en el archipiélago pero no tuvieron ningún impacto negativo visible en la diversidad de estas especies, que sólo empezó a disminuir después del siglo XVII", explica el investigador.

Tras la colonización europea, Guadalupe se convirtió más o menos rápidamente en gigantescos campos de cultivo y los hábitats naturales fueron destruidos para servir a ese propósito. "Además, se introdujeron varias especies foráneas, sobre todo mamíferos depredadores, como mangostas y gatos, los cuales resultan muy eficaces para cazar reptiles autóctonos. La combinación de estos dos factores probablemente condujo a la rápida y masiva ola de extinción que observamos comparando los registros del pasado”, apunta Bochaton.

Camino a la extinción

El uso de datos fósiles de Guadalupe permitió al equipo examinar de cerca la dinámica de las extinciones, revelando vínculos entre el tamaño corporal de las especies, la preferencia de hábitat y el riesgo de extinción. De este modo, descubrieron que las especies terrestres de tamaño medio sufrieron las mayores pérdidas, lo que implica que los depredadores mamíferos introducidos recientemente eran los principales sospechosos de provocar su extinción.

La introducción de nuevas especies y la destrucción del hábitat, posibles explicaciones a la extinción de muchas especies.

“Encontramos que los reptiles de tamaño medio y que explotan hábitats terrestres tenían más probabilidades de extinguirse que las especies arborícolas o aquellas que tenían un tamaño mediano-grande. Observaciones que también apuntan posiblemente al papel determinante que tuvieron las prácticas agrícolas y el uso del suelo después de la colonización”, concluye Bochaton.

La destrucción y fragmentación de los hábitats, combinada con la degradación del suelo y la diezma de las poblaciones de insectos, ejerció una enorme presión sobre las especies de serpientes y lagartos de Guadalupe. "En los últimos años, el reconocimiento de los primeros impactos humanos ha llevado a una especie de aceptación del ser humano como especie intrínsecamente destructiva- señala la profesora Boivin- . Sin embargo, los datos de Guadalupe muestran claramente que los modos de vida de los pobladores precolombinos apoyaban la biodiversidad de serpientes y lagartos, mientras que los europeos no lo hacían. Esto nos proporciona información importante para futuras iniciativas de gestión y sostenibilidad, y pone en tela de juicio algunas de las formas en que los conservacionistas tratan a las comunidades indígenas a nivel mundial" explica el propio investigador a través de un correo electrónico.

Los investigadores esperan que más estudios de este tipo ayuden a los gestores y conservacionistas a crear estrategias realistas y basadas en datos para mediar en los impactos sociales sobre los ecosistemas. "Sin conocer nuestro pasado, avanzamos a ciegas, afirma el profesor. El estudio del pasado, el presente y el futuro deben estar entrelazados".