Hasta hace muy poco, los estudios sobre la evolución del modo de comunicación en animales generalmente se han centrado en las señales acústicas y visuales emitidas por estos. Algunos ejemplos evidentes son el complejo canto de los pájaros o los brillantes destellos de color de las escamas de algunos peces. Sin embargo, las señales químicas entre animales son menos obvias para los humanos y técnicamente mucho más complejas de analizar. De hecho, gran parte de la investigación existente relativa a este tipo de señales, muchas de las cuales relevantes para su aplicación en diversas prácticas agrícolas, se ha centrado en las feromonas emitidas por ciertos tipos de insectos.

No obstante, las señales químicas son el modo de comunicación más antiguo y extendido en la naturaleza, abarcando desde bacterias, pasando por innumerables tipos plantas, hasta llegar a los castores, felinos y cánidos; y como tales, representan una valiosa oportunidad para decodificar y entender cómo los animales se comunican y perciben el mundo que les rodea.
"Lo que hemos descubierto es que para cada especie existe una importante variabilidad en las señales químicas emitidas dependiendo del contexto...quién está tratando de comerte, quién quiere aparearse contigo y con quién estás tratando de competir", explica el investigador de la Universidad de Washington en St. Louis, Colin Donihue, autor principal del estudio titulado Rapid and repeated divergence of animal chemical signals in an island introduction experiment publicado esta semana en la revista especializada Journal of Animal Ecology.
Las señales químicas son el modo de comunicación más antiguo y extendido en la naturaleza,
Tanto las lagartijas como las serpientes recolectan señales químicas de su entorno al sacar sus delgadas lenguas bífidas; señales que luego procesan gracias a a un órgano sensorial bien desarrollado en el paladar. Del mismo modo, algunas especies de lagartos depositan sus mensajes químicos codificados gracias a las secreciones de unas glándulas especializadas ubicadas la cara interna de sus muslos: un cóctel ceroso de compuestos lipídicos que contiene información detallada sobre el lagarto que los produce.
Para ahondar en el conocimiento de como funcionan este sistema de cifrado y comunicación químico, los investigadores que llevaron a cabo este estudio reubicaron a varios grupos de ocho lagartijas del mar Egeo -Podarcis erhardii- prodecentes de un solo lugar, la isla de Naxos, en Grecia, en cinco pequeños islotes que carecían de depredadores. En condiciones normales, estos lagartos tendrían que lidiar con una serie de depredadores nativos y no nativos, como serpientes, pájaros y gatos. Libres de depredadores en los pequeños islotes, las poblaciones de lagartos crecieron rápidamente generando una feroz competencia intraespecífica por los recursos.
Foto: Colin Donihue
Cada uno de los lagartos reubicados fue etiquetado individualmente para poder ser identificado cuando los investigadores regresaran para revisarlos. Durante los siguientes cuatro años, los científicos volvieron a visitar a las poblaciones, rastreando el destino de los lagartos reubicados y el de sus descendientes. Lo que encontraron fue sorprendente: en cada una de las islas libres de depredadores, los lagartos desarrollaron rápida y repetidamente una nueva "mezcla" química que era distinta de la de los lagartos en la población de origen cuyo objetivo es la comunicación entre indiciduos. Y lo que más sorprendió a los científicos es que estos cambios resultaron sorprendentemente aparentes en el transcurso de solo cuatro generaciones.
Las señales químicas emitidas por los lagartos cambiaron tras solo 4 generaciones
Por primera vez, los investigadores creen estar ante la evidencia sólida de que los lagartos pueden, por decirlo metafóricaente, "ponerse una nueva colonia" para adaptarse a su entorno. "Las señales para atraer parejas a menudo son visibles para los depredadores", explica el coautor del estudio Simon Baecken de la Universidad de Amberes. "Como tal, las señales sexuales presentan un conflicto, y es que mostrarse atractivo y visible para la hembras, es muy susceptible, del mismo modo de atraer la atención de los depredadores. No obstante, en estos islotes, debido a la ausencia de depredadores, no existe restricción en la evolución de señales altamente llamativas", continua el investigador.
"En las islas experimentales, encontramos que la riqueza de las secreciones de lagarto es más alta, lo que significa que la cantidad de compuestos diferentes que podríamos detectar en la secreción es mayor", agrega Baeckens. "Nuestra investigación anterior sugiere que a más elaborada es esta secreción, mayor es la calidad con la que un macho se presenta ante las hembras".
"Los animales han pasado más de mil millones de años desarrollando una compleja biblioteca de señales químicas para la comunicación", añade Donihue . Pero solo muy recientemente inventamos la tecnología capaz de identificar muchas de esas sustancias, y los experimentos para comprender los mensajes que encierran solo acaban de comenzar".
"Descubrimos que las señales químicas de los animales pueden cambiar de manera rápida y flexible para adaptarse a los nuevos entornos, pero esto es solo el comienzo para comprender lo que estos lagartos se cuentan" concluyen los investigadores.