Un día de hace 11 años, mientras hacía footing en Boston, el artista Todd Forsgren divisó los restos de un martinete común enredado en una valla metálica. Impresionado por el contraste de la silueta del ave contra la cuadrícula del alambre, se le ocurrió una manera singular de fotografiar aves.
«Mis padres son ornitólogos, y mi primer recuerdo relacionado con el arte es la obra de John James Audubon y la de Roger Tory Peterson», dice. Inspirado
por aquel martinete, Forsgren se dispuso a crear una serie de fotografías que integrasen las vistosas ilustraciones de Audubon con las imágenes más funcionales, típicas de una guía de campo, de Peterson.


Para ello viajó por América del Norte y del Sur entre 2006 y 2014, trabajando de cerca con ornitólogos y retratando aves que quedaban atrapadas en redes japonesas: unas mallas de nailon muy finas que se cuelgan entre dos postes. Durante ese tiempo documentó 57 especies en los Estados Unidos continentales, Puerto Rico, México, Costa Rica y Brasil. La primera ave que fotografió fue un chingolo coroniblanco, en California.

Los científicos que trabajan con estas redes las revisan regularmente cada 20 o 30 minutos. Según Bruce Peterjohn, jefe del Laboratorio de Anillamiento de Aves del Servicio Geológico de Estados Unidos, es una técnica muy efectiva para capturar aves de manera temporal y poder estudiarlas, y asegura que menos de un 1 % acaban heridas o muertas, si el proceso está controlado por expertos.


Cada vez que un ejemplar cae en la red, Forsgren monta rápidamente su estudio portátil. Utiliza una tela blanca para el fondo y un foco reflector para iluminar el animal de manera uniforme. Cuando ha terminado, los expertos entrenados en este tipo de red retiran el ave con cuidado, la miden y pesan, identifican la especie y, en algunos casos, le colocan una anilla en la pata. Luego la sueltan.


Obteniendo de esta manera conocimientos sobre diferentes especies, dice Peterjohn, los científicos conocen datos –como, por ejemplo, las rutas migratorias de las aves cantoras, o datos demográficos de las especies y las razones del declive de una población concreta– de gran importancia para la conservación.
Forsgren sostiene que este tipo de investigación es vital para entender lo que ocurre con las poblaciones de aves. Pero también espera que su trabajo ayude a que la gente se identifique con ellas. «Quiero crear fotografías que analicen cada ave de una forma concreta –dice–. En definitiva, deseo que la gente empatice con estas criaturas.» Aunque precisamente esa empatía puede hacer que a algunas personas les cueste mirar estas imágenes, Forsgren asegura que en última instancia su arte está motivado por la ciencia. «Quiero mostrar la belleza de estos encuentros científicos para celebrar las importantes investigaciones que se están haciendo.»