Muchos invertebrados, como las salamandras y las estrellas de mar, son capaces de regenerar partes del cuerpo que han perdido. Eso es justo lo que el biólogo Michael Abrams esperaba que ocurriese cuando extirpó dos de los ocho brazos de una joven medusa luna (Aurelia aurita). Pero cuando fue a ver cómo iba el experimento, exclamó: "¡No os lo vais a creer, venid a ver esto!", recuerda Lea Goentoro, directora de la tesis doctoral de Abrams en el Instituto Tecnológico de California en Pasadena. En vez de generar nuevos miembros, la medusa había recolocado aquellos que conservaba de modo que quedasen equidistantes en torno a su cuerpo.
Para una medusa luna, ya sea un ejemplar joven o adulto (abajo), la simetría es crucial para moverse y alimentarse. Para lograr la equidistancia de los brazos, la medusa que estudió Abrams contrajo los músculos del cuerpo y recolocó los tentáculos hasta situarlos de nuevo a intervalos iguales. Los científicos acababan de toparse por casualidad con un fenómeno nuevo al que han llamado "simetrización". Se trata sin duda de un importante método de autosanación de las medusas, y podría ser muy útil para el estudio de los mecanismos de regeneración, dice Goentoro.