La organización social de los gobios coralinos esmeralda, Paragobiodon xanthosoma, es muy llamativa. Sobre todo para tratarse de peces de arrecife. Al igual que sucede con los lobos, sus grupos se conforman por una pareja reproductora a la cual se encuentra subordinada el resto de la colonia. Otro aspecto curioso es que, además, el macho y la hembra reproductores actúan como hermafroditas secuenciales, es decir, cada uno de los integrantes de la pareja puede asumir el rol femenino o masculino, cambiando de sexo en algún momento de su vida si uno de estos muere.

Este tipo de estructura social presenta varias paradojas evolutivas para los biólogos. Por ejemplo: ¿por qué los criadores toleran a los no criadores permitiendo que compartan su espacio y compitan por la comida ? ¿Y por qué los no criadores toleran su situación? Ahora un nuevo artículo publicado esta semana en la revista Molecular Biology bajo el título Gnetic relatedness in social groups of the emerald coral goby Paragobiodon xanthosoma creates potential for weak kin selection parece indicar que esto es debido a la llamada selección de parentesco, en la cual dentro de un grupo de organismos estos tienden a favorecer a aquellos individuos con los que se encuentran genéticamente emparentados.

Se trata de un hallazgo inesperado, ya que, al contrario que puede suceder en otros grupos de animales, a menudo se había asumido que los peces de arrecife se dispersan al azar después de la eclosión de sus huevos, por lo que suponía que los grupos de adultos, fruto de este azar y dispersión, no debían estar estrechamente relacionados; algo que parece desmentir este nuevo estudio el cual ha encontrado una "relación positiva" entre los gobios que viven juntos. De hecho hasta el momento tenía asumido que la selección de parentesco jugaba poco o ningún papel en la formación de grupos sociales de organismos marinos con fases larvarias dispersivas.

"Los grupos de gobios de coral esmeralda tienen una estructura fija en la que los criadores son más grandes", explica la doctora Theresa Rueger de las universidades de Exeter y Boston, y autora principal del estudio. “El resto no es sexualmente maduro, e incluso se sabe que se abstienen de comer para evitar amenazar a los individuos superiores en rango en el orden social, continúa. "No pueden arriesgarse a ser desterrados del grupo, ya que esto generalmente significa ser devorados por los depredadores en el arrecife".

Paragobiodon xanthosoma. Fase adulta
Foto: Jim Greenfield

Para tratar de ofrecer una explicación a este comportamiento social los investigadores analizaron la relación de los grupos sociales del gobio de coral esmeralda mediante el análisis genético de 73 individuos de 16 grupos distintos de la bahía de Kimbe, en Papua Nueva Guinea y descubrieron que los gobios estaban significativamente más relacionados con los miembros de su grupo que con los gobios en el arrecife más amplio. Del mismo modo, también hallaron que los gobios en cada arrecife estaban significativamente más relacionados entre sí que con los de arrecifes diferentes.

Los autores postulan que esta firma espacial sugiere que, al contrario de lo que se pensaba, la dispersión, es decir, la capacidad de colonizar nuevos habitats, en esta especie puede ser muy limitada. "Como muchos peces de arrecife, antes de regresar al resguardo de las formaciones de coral en los que desarrollan su vida adulta, los gobios pasan su vida temprana en el océano abierto, donde los depredadores son más grandes y es posible que no se fijen en presas pequeñas", comenta Rueger. "Se podría suponer que el movimiento de las larvas está dictado por las corrientes oceánicas, pero investigaciones recientes han demostrado que tienen cierta capacidad para seleccionar corrientes y, por lo tanto, regresar al arrecife del que proceden, lo que explica la relación familiar entre los peces en un arrecife", añade.

Esta relación ligeramente positiva dentro de los grupos crea la posibilidad de una selección de parentesco, lo que puede ayudar a resolver la paradoja de por qué los criadores toleran a los subordinados en P. xanthosoma. "La otra paradoja la de por qué los no criadores toleran su situación, se explica mejor mediante hipótesis alternativas como la herencia del territorio y las limitaciones ecológicas y sociales" puntualiza Rueger. " Lo interesante de nuestro estudio es que mostramos que, incluso en animales marinos con fases larvarias dispersivas, la selección de parentesco debe considerarse para explicar la evolución de grupos sociales complejos" concluye.