Prácticamente cada semana aparece un animal muerto por acción directa de los plásticos. Ahogados, ahorcados, inmovilizados, por ingesta masiva de plástico... las posibilidades de morir por culpa de este tipo de residuos que inunda nuestros mares es infinita, y a cada cual más horrenda. Ahora le ha tocado el turno a un zifio o ballenato de Cuvier (Ziphius cavirostris) que apareció en aguas de Mabini Campostela Valley, Filipinas. El cetáceo macho medía 4,69 metros y murió tras ingerir unos 40 kilos de residuos plásticos.

Como ha explicado Darrell Blatchley, Presidente del Museo D 'Bone Collector, a National Geographic España a través de un correo electrónico, "El 15 de marzo, a las 6 a.m. recibimos una notificación de que una ballena estaba atrapada. A las 11 a.m. nos informaron que acaba de morir y fuimos a la zona lo más rápido que pudimos. Nos encargamos del animal, que mostraba signos de estar demacrado y deshidratado. Había estado vomitando sangre antes de morir. Regresamos a las instalaciones del museo con la ballena y a las 7 p.m. comenzamos la necropsia".

La causa de la muerte

Fue ahí cuando Blatchley supo de qué había causado la muerte del animal. "Al llegar al estómago supe que este cetáceo había muerto debido a la ingesta de plástico. 40 kilos aproximadamente de sacos de arroz, bolsas de supermercado y bolsas de plástico en general. 16 sacos de arroz en total". Este tipo de animales no se hidratan a través de la ingesta de agua de mar sino que toman el agua de los alimentos que ingieren. Así pues, al tener el estómago repleto de plásticos, la muerte se produjo por inanición y deshidratación.

"En los últimos 10 años hemos rescatado 61 ballenas y delfines, de las cuales 57 han muerto debido a redes de pesca, pesca por aturdimiento con explosivos y basura plástica" apunta Blatchley. De hecho, explica, cuatro de ellas estaban embarazadas. "Esto no puede continuar así", sentencia. Y es que Filipinas es uno de los países más contaminantes a nivel de plásticos, según un estudio reciente de la universidad de Georgia.

Cada día más países, empresas y personas se unen a la ola de concienciación contra el plástico, pero todavía queda mucho camino por recorrer. El caso de este cetáceo solo es la punta del iceberg de un problema planetario acuciante que requiere un compromiso firme por parte de todos.