Hace 14 años las jirafas de África occidental se hallaban al borde de la extinción. Un siglo de caza furtiva, guerras y destrucción del hábitat casi logró destruir su territorio y su población: quedaban apenas 50 individuos. Pero hoy, según Julian Fennessy, de la Fundación para la Conservación de la Jirafa, más de 220 ejemplares conviven con 80.000 granjeros y aldeanos en un corredor de 240 kilómetros de longitud próximo a Niamey (Níger).


¿Cómo se explica esa increíble recuperación? El experto Pierre Gay apunta varias razones: los programas de conservación han contribuido mediante la concesión de microcréditos y la asistencia agrícola a los lugareños, incentivándolos para no perjudicar a las jirafas. Además, en la zona abunda el alimento, como hojas de acacia y Combretum, y, por el contrario, escasean los depredadores, ya que los cazadores erradicaron hace tiempo a leones y leopardos. Por último, Níger prohibió la caza de jirafas en 1998, cuando comprendió que estos animales constituían un reclamo excepcional para el turismo: son las únicas comunidades que quedan en África occidental.


No obstante, Fennessy advierte de ciertos peligros: la tala ilegal de árboles continúa, y la población de jirafas debería superar los 400 individuos para sobrevivir a las enfermedades. Además, en algunos países vecinos se han abatido ejemplares que habían abandonado esta zona protegida de Níger. El siguiente paso sería ampliar su extensión y confiar en una recuperación total. —Jeremy Berlin

Foto: Denis-Huot / Gtres