Si hay una capacidad que sobresale por encima del resto en el caso de los cangrejos ermitaños, esa es la habilidad de pasar desapercibidos. No solo es su mejor estrategia para evitar ataques de posibles depredadores, sino que también es el motivo por el que Diogenes curvimanus ha permanecido oculto para la ciencia hasta ahora.
Un equipo de expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), liderado por Bruno Almón, investigador del Centro Oceanográfico de Vigo (IEO/CSIC), acaba de publicar en la revista Zoological Journal of the Linnean Society un nuevo estudio que describe a esta nueva especie de cangrejo ermitaño y la distingue de Diogenes pugilator, otra especie de crustáceo que habita en aguas peninsulares.
El hallazgo de Diogenes curvimanus gracias a muestras procedentes de las costas de Andalucía, que forman parte de un estudio más amplio sobre los cangrejos ermitaños en las aguas españolas como parte de la tesis doctoral de Bruno Almón, pone fin a décadas de confusión sobre su identidad.
Cangrejos ermitaños en costas españolas
Mediante estudios morfológicos y genéticos de varios ejemplares catalogados hasta ahora como Diogenes pugilator, los resultados ponen de manifiesto la presencia de tres especies diferentes que se englobaban hasta el momento bajo el mismo nombre.
La investigación, en la que también han participado además de Almón el investigador José Antonio Cuesta del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN/CSIC) e investigadores de la Universidad de Málaga y de la Universidad de Regensburg (Alemania), también describe a Diogenes armatus como una nueva especie, cuyo nombre hace referencia a las espinas de sus pinzas.
Antes de la descripción de Diogenes curvimanus y Diogenes armatus, los ejemplares de ambas especies se catalogaban como Diogenes pugilator
“El papel de las técnicas moleculares ha sido fundamental para detectar la nueva especie, y poder confirmar la validez y la relación entre las otras especies del género”, apunta José Antonio Cuesta, coautor de un estudio que sigue en marcha y del que se espera que aparezcan más descripciones de nuevas especies.
Un crustáceo acostumbrado a pasar desapercibido
“El estudio detallado de la morfología de los ejemplares identificados molecularmente, así como de su coloración en vivo, ha dado como resultado un grupo de caracteres que facilitan distinguir las tres especies”, indica Bruno Almón, autor del estudio, en la comunicación del CSIC.
Sin embargo, si algo hace especial a D. curvimanus es su validación tras más de un siglo de confusiones, que se iniciaron en 1874 cuando Clément la describió y se consideró igual a D. pugilator. Almón añade que “el uso combinado de la morfología y el ADN ha permitido no solamente descubrir una nueva especie, sino también el poder validar otra que en su día, solo en base a la morfología, se consideró igual a una existente".
El fruto de las confusiones venía de sus hábitos, pues las tres especies descritas tienen una tendencia bastante marcada por vivir en aguas someras de fondos blandos de arena.
Allí, la disponibilidad de conchas vacías para reemplazar las viejas a medida que los animales van creciendo supone una ventaja, pues al menos dos de las especies muestran la tendencia de mimetizarse con el fondo blando en el que se entierran, un curioso comportamiento que hasta ahora no había sido documentado.
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