El Sudeste Asiático es una región clave para entender las grandes migraciones de homínidos y mamíferos a lo largo de la historia, fue hogar de varias de las especies más grandes del planeta y, lo que hoy es una región dominada por las selvas tropicales, en el pasado estuvo cubierta por grandes praderas. Esa transformación ecológica es la que ha llevado a un equipo conjunto formado por investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Alemania) y el Centro de Evolución Humana de la Universidad Griffith (Australia) a ponerse manos a la obra para tratar de entender la extinción de los grandes mamíferos que habitaron la región durante el Pleistoceno.
El resultado de su investigación es un estudio publicado en la revista Nature, en el que concluyen que la naturaleza cambiante de los ecosistemas de la región condicionó en gran medida la supervivencia de grandes especies como las del género Stegodon, unos pesados mamíferos que guardaban similitudes con los elefantes, o el Gigantopithecus, la especie de primate más grande jamás conocida. Esto significa que la acción de los homínidos no causó su extinción de forma directa.
A pesar de ser una región que todavía a día de hoy conserva algunas de las especies más emblemáticas de planeta, los autores del estudio aseguran que al Sudeste Asiático nunca se le ha prestado toda la atención que merece a la hora de estudiar estas extinciones. "Muchas veces se infravalora la región en las conversaciones sobre la extinción de megafauna, pero en el pasado tuvo una amplia comunidad de mamíferos llena de especies gigantes que hoy están extintas", relata Julien Louys, uno de los autores de estudio e investigador de la Universidad Griffith.
Una radiografía del tiempo
A partir del análisis de isótopos estables en los dientes de mamíferos actuales y en los fósiles encontrados en la región datados del Pleistoceno, los investigadores han sido capaces de reconocer la dieta de esas especies extintas. Gracias a ello identificaron qué tipo de vegetación consumían y observaron patrones en su dieta, lo que les permitió identificar cuáles eran las condiciones climáticas que predominaban en la zona, además de compararlas con las actuales.
Foto: Julien Louys
Los resultados son claros: durante el Pleistoceno temprano, el área comprendida entre Myanmar e Indonesia estaba cubierta por selvas, un ecosistema que gradualmente fue en declive en favor del surgimiento de grandes praderas, que se consolidaron en la zona hace aproximadamente un millón de años. Esto tuvo efectos notables en la zona, pues los mamíferos más pesados se vieron beneficiados por un ecosistema más amplio que satisfacía sus necesidades alimenticias, mientras que especies como el Gigantopithecus no consiguieron adaptarse, lo que comprometió su supervivencia.
Sin embargo, ese cambio hacia las praderas no fue permanente, tal y como se puede observar en la actualidad. Hace aproximadamente 100.000 años, la región volvió a experimentar un nuevo cambio que favoreció el regreso de los bosques tropicales que hoy en día visten buena parte del Sudeste Asiático, lo que trajo consigo el incremento de especies más adaptadas a ese entorno.
Los cambios drásticos en el hábitat de la megafauna no solo hicieron que se vieran abocadas hacia la extinción con el paso del tiempo, sino que también favorecieron la proliferación de otras especies de tamaño más reducido y con mayor capacidad de adaptación que siguen poblando esta zona del planeta en la actualidad. En definitiva, el Sudeste Asiático sufrió varias metamorfosis que alteraron su fauna y su flora, alternando los densos bosques selváticos con las praderas durante los últimos millones de años.
La adaptación de los homínidos
La megafauna no fue la única incapaz de adaptarse a estos cambios, sino que especies homínidas que también habitaban la región como Homo erectus sucumbieron ante estos cambios, que se vieron afectados por la duración de las Edades de Hielo, que condicionaban claramente los ecosistemas y su metamorfosis. "Especies humanas de la antigüedad como Homo erectus habitaban esta región, pero no fueron capaces de adaptarse al resurgimiento de los bosques selváticos" apunta Patrick Roberts, autor del estudio e investigador del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana.
Foto: Griffith University
Como se puede observar, los grandes mamíferos no fueron los únicos que encontraron dificultades para adaptarse a un ecosistema nuevo. "Únicamente nuestra especie, Homo sapiens, parece ser la única que tenía las habilidades necesarias para prosperar con éxito en entornos selváticos, pues el resto de especies homínidas parece que fueron incapaces de adaptarse a estos ecosistemas tan dinámicos y extremos", añade Roberts.
Paradójicamente, la única especie homínida que se adaptó a esos cambios es la que hoy pone en peligro la supervivencia del resto de compañeros evolutivos. Especies como el rinoceronte de Sumatra, el pangolín o el oso malayo se encuentran en peligro crítico de extinción por la acción del ser humano que, a través de la destrucción de ecosistemas, la rápida urbanización, la caza ilegal y el tráfico de especies, ponen contra las cuerdas a especies del Sudeste Asiático.
"En lugar de beneficiarse de la expansión de las selvas durante los últimos milenios, los mamíferos de la región están ante una amenaza sin precedentes por las acciones de los humanos. Deforestando y ocupando buena parte de la selva para los asentamientos urbanos, además de la caza sin control, estamos en claro peligro de perder parte de la última megafauna que todavía camina por la Tierra", añade Louys, augurando un futuro poco prometedor para los pesos pesados del reino animal en esta parte del planeta.