Salta a la vista que los hipocampos, más conocidos comúnmente como caballitos de mar, son unos peces verdaderamente peculiares. Para empezar no parecen peces, si no más bien una especie de monstruo marino en miniatura con una cabeza similar a la de un caballo. De ahí su nombre, formado por las voces latinas "hippos" que significa "caballo", y "kampos" que hace referencia al monstruo marino de la mitología griega que lucia mitad mujer, mitad dragón.
También cautiva su curiosa y a la vez torpe forma de nadar, pues al contrario del resto de peces, el caballito de mar se desplaza en vertical impulsado por una diminuta aleta dorsal en forma de abanico que le da la impresión de estar batiendo unas alas.
Pero si algo llama verdaderamente la atención en el mundo de los hipocampos es su forma de reproducción, única en el reino animal, ya que en las 47 especies de caballitos de mar que se conocen, tanto la gestación de las crías, como los multitudinarios partos, es llevada a cabo por los machos.
El ritual de apareamiento, como no podía ser de otra manera, empieza con los preliminares indispensables para, tomémonos la licencia de decir todo acto de amor, aunque se trate de un acto meramente reproductivo. En el mundo de los caballitos de mar, estos toman la forma de una danza en la que ambos miembros de la pareja se reúnen repetidamente para bailar por periodos que a veces pueden prolongarse durante días. Durante estos, los caballitos de mar cambian de color, entrelazan sus colas enfrentando sus cabezas dando lugar esa típica estampa que evoca un corazón, y es en este proceso que puede verse al macho realizando todo tipo de movimientos enérgicos e incluso estremecerse para demostrar su aptitud a la hembra.

Los caballitos de mar son monógamos durante cada temporada reproductiva, a veces por varias, por eso no resulta extraño pensar que una hembra se tome su tiempo en seleccionar el compañero con el que trasmitirá sus genes a la próxima generación. Aunque en este caso es el macho el que ha de desempeñar el mayor esfuerzo reproductivo, existen leyes naturales que no entienden de excepciones, y una de ellas, al fin y al cabo, es que las hembras son las que seleccionan mientras que los machos han de luchar por mostrar su "fitness genético", es decir, sus caracteres que reflejen la probabilidad de éxito en la reproducción y de supervivencia de la descendencia.
Así, durante todo este proceso de cortejo el macho llena de agua su saco de gestación, vacío hasta el momento, para demostrar su tamaño a la hembra y con ello el potencial de dar a luz a cientos de crías. Si sale del paso con éxito, la hembra le entregará los huevos gracias a un órgano equivalente a un pene llamado ovopositor, los cuales depositará en el saco del macho mientras este libera el esperma que los fecundará. Tras ello, la bolsa del macho quedará cerrada por un periodo de tiempo que dependiendo de la especie puede extenderse entre 6 y 10 semanas, finalizados las cuales, tendrá lugar el parto, en el que cientos de crías diminutas pero completamente formadas saldrán expulsadas del macho a la inmensidad del océano.