Hace unos 66 millones de años, cuando el impacto de un meteorito destruyó la mayoría de las formas de vida de la Tierra, el olm (Proteus anguinus) siguió nadando. Había surgido alrededor de 80 millones de años antes, en las cuevas más oscuras de lo que ahora es Europa del Este, y sin ninguna dependencia de la luz solar, apenas notó la quinta extinción masiva de la Tierra. Debido a que es ciego, el olm no ha desarrollado el colorido patrón de sus primos anfibios tropicales, y casi no tiene pigmentación alguna. Se orienta con el olfato, el oído, la electrosensibilidad, y se cree, que incluso detectando los campos magnéticos de la Tierra. Vive hasta cien años y puede sobrevivir durante diez años sin comida. Pero necesita de un requisito indispensable: agua limpia.

Los bosques que se encuentran sobre su hábitat actúan como purificadores del agua que se filtra hacia el interior de la Tierra han sido la razón por la cual han podido sobrevivir durante un tiempo apenas soñado por la mayoría de las especies que hoy habitan nuestro planeta. No obstante, a medida que estos bosques se convierten en tierras de cultivo, los contaminantes penetran y se infiltran en su hogar subterráneo provocando que enfermen y mueran. Por primera vez en su larga historia, el olm, se ha vuelto vulnerable. Y es la desaparición del bosques lo que le está afectando en mayor medida.

Olm - Proteus anguinus
Foto: AgeFotostock

Según la ONU, la desforestación continúa avanzando a un ritmo medio de 13 millones de hectáreas al año

La salud de los bosques

Pese a que el olm es ciego, bien dice la sabiduría popular que "no hay mayor ciego que quien no quiere ver". Como para el olm, los bosques son imprescindibles, tanto para otros miles de animales como para la salud de los ecosistemas a todos los niveles, desde lo más local hasta el ámbito global. Y mientras que estos han sido capaces de prolongar la estirpe del olm desde mucho antes de que el hombre hubiera puesto un pie en la Tierra, este parece que está empeñado en acabar con ellos en unos pocos milenios.

Así en el último Tropical Forest Forum que tuvo lugar en 2018, una reunión bianual organizada por el gobierno de Noruega para evaluar el estado de los bosques y el papel que juegan con respecto al logro de los objetivos del Acuerdo de París, la organización Global Forest Watch daba a conocer que solo durante 2017 el mundo había perdido 15,8 millones de hectáreas de bosque tropical. Un área equivalente al doble de Andalucía. 2016 fue todavía peor, con una pérdida de 29,7 millones de hectáreas. Por otro lado, los datos de la Organización de las Naciones Unidas constatan que la desforestación continúa avanzando a un ritmo medio de 13 millones de hectáreas al año, lo que la hace responsable de entre un 12 y un 20% de las emisiones de gases que producen el efecto invernadero y contribuyen al calentamiento global.

Superficie Forestal como proporción de la superficie total en 1990, 2005 y 2015
Fuente : FAO

Los bosques cubren un tercio de la superficie terrestre y juegan un papel fundamental en la vida del planeta. Representan la fuente de alimentos, medicinas y combustible para más de 1.600 millones de personas. Además de ayudar a responder al cambio climático y proteger los suelos y el agua, desde un punto de vista biológico, los bosques son los ecosistemas terrestres más diversos albergando a más de las tres cuartas partes de la biodiversidad terrestre mundial. Proporcionan numerosos productos y servicios que contribuyen al desarrollo socioeconómico y son particularmente importantes para cientos de millones de habitantes de las zonas rurales, entre los que se cuentan muchas de las personas más pobres del mundo.

Cultivos o árboles: en busca del equilibrio

Los bosques podrían contribuir decisivamente a algunos de los mayores desafíos de hoy en día, como abordar el cambio climático, eliminar el hambre y mantener los medios de vida sostenibles de las comunidades urbanas y rurales. De hecho, los bosques serán más importantes que nunca a medida que la población mundial aumente hasta los 8.500 millones de personas para 2030 y los 10.000 millones para el años 2050.

Los bosques representan la fuente de alimentos, medicinas y combustible para más de 1.600 millones de personas

En este contexto, la correspondiente demanda mundial de alimentos, la cual según la Organización Mundial de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura -FAO- estima que crecerá un 50% durante este período, está ejerciendo una enorme presión sobre la productividad de la tierra; en particular en los países en desarrollo, donde se concentra la mayor parte de las 800 millones de personas pobres y hambrientas del mundo.

La deforestación, causada principalmente por la conversión de la tierra forestal en zonas de agricultura y ganadería, amenaza no solo a los medios de vida de los silvicultores, las comunidades forestales y los pueblos indígenas, sino también a la variedad de la vida en nuestro planeta. Los cambios de uso de la tierra dan lugar a una pérdida de hábitats valiosos, a la degradación de la tierra, la erosión del suelo, la disminución del agua limpia y la liberación de carbono a la atmósfera. Encontrar la manera de aumentar la producción agrícola y mejorar la seguridad alimentaria sin reducir la superficie forestal es uno de los mayores problemas de nuestro tiempo. Ojalá podamos hacerlo bien para que los hijos de nuestros hijos, puedan disfrutar sus beneficios, y quizá, con mucha suerte, ver con sus propios ojos a uno de esos milenarios supervivientes llamados olms.