La noticia no coge desprevenidos a muchos investigadores. Desde hace tiempo en la literatura científica se viene anunciando la actual extinción masiva a la que sin darnos cuenta estamos asistiendo. Desde el año 1500 calculan que han desaparecido 322 especies de vertebrados. Se trata de la sexta extinción masiva que acontece en nuestro planeta y parece ser que está afectando principalmente a las especies de vertebrados.
La desaparición de un gran número de especies de plantas y animales alterarán las funciones biológicas de los ecosistemas
Y es que, según los datos, aproximadamente dos especies de vertebrados desaparecen anualmente. Se extinguen. Así, paulatinamente, de una manera casi silenciosa, es como se reduce la fauna en el mundo según un nuevo estudio que analiza el declive mundial de vertebrados y las consecuencias de este sobre los entornos naturales y los seres vivos que comparten hábitat con ellos y que ha sido publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Para realizar el trabajo el catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México, Gerardo Ceballos, junto a varios colegas de la Universidad de Stanford, han cartografiado la distribución geográfica de más de 27.600 especies de pájaros, anfibios, mamíferos y reptiles; la mitad de las especies vertebradas terrestres conocidas. También han analizado el declive de las poblaciones de 177 mamíferos estudiados en profundidad entre 1990 y 2015. Las conclusiones no son nada halagüeñas.
Los resultados muestran que un 30% de las especies de vertebrados estudiadas están viendo reducidas sus poblaciones y que además, esta disminución esta afectando de igual manera a la diversidad biológica de sus respectivos hábitats. Por otra parte, de las 177 especies de mamíferos estudiadas, todos han perdido el 30% de su hábitat. Y otro 40% ha visto como se reducía y fragmentaba hasta en un 80%.
De hecho, ya en 2014, el biólogo Rodolfo Dirzo de la Univerdidad de Standford, experto en ecología tropical y conservación de especies, haciendo una analogía con el concepto de deforestación, se refería a este proceso con el término de “defaunación del antropoceno”.
“Se trata de un fenómeno críptico que, a diferencia de la tala de árboles, es difícil de detectar y cuantificar. Sin embargo, las profundas consecuencias que surgen de la ausencia o reducción de animales harán pronto que el problema sea cada vez menos críptico” declaraba a SINC el investigador.
De los 177 mamíferos estudiados, todos han perdido el 30% de su hábitat
Los expertos señalan que las regiones más afectadas por la perdida de especies y donde la extinción se está produciendo de forma más acusada son las áreas tropicales y templadas. Aseguran también que los grandes mamíferos del Sudeste Asiático son los animales que ha perdido el mayor porcentaje de territorio habitable y uno de los grupos de especies más vulnerables a corto plazo.
“La disminución masiva en las familias y especies de animales se debe principalmente a la perdida y fragmentación de su hábitat, la caza, el comercio, la sobreexplotación del territorio y la aparición de especies invasoras”, declara el propio Ceballos.
Una extinción gradual: el efecto cascada
Como sabemos, en todo ecosistema existe una compleja interacción entre las diversas especies que en ellos se relacionan. Es decir, al hablar de ecología en general, y en este caso en particular sobre la extinción que está en camino, no debe ponerse el foco en la desaparición de ciertos seres vivos. Esta interconexión entre especies hace necesario contemplar y estudiar los diferentes procesos que se dan en los ecosistemas con una mirada de conjunto, ya que una especie nunca se encuentra aislada en su hábitat, si no que se encuentra en uno otro punto de lo que se conoce como una red trófica, en la que depende de otros seres vivos para sobrevivir, y a su vez otros seres vivos dependen de ella.
Por tanto, la desaparición de una especie dentro de estas complejas redes alterará inevitablemente a un número variable de otras especies; es lo que conocemos como efecto cascada, y será tanto mayor en cuanto la especie afectada ocupe un papel más relevante dentro de la red.
Por tanto, la reducción del número de animales y de la diversidad biológica, aparte de suponer el ‘preludio’ –como lo denominan los autores del trabajo– de una extinción de especies, también implica la perdida de servicios cruciales que ofrecen los ecosistemas, como la polinización de las abejas, el control natural de pesticidas o la purificación del agua.
“Tenemos una breve ventana de tiempo para actuar, aunque se está cerrando rápidamente”
Para revertir esta situación Ceballos aboga por aumentar las áreas de protección y preservar las poblaciones de animales y plantas en las regiones dominadas por el hombre. También considera necesario reducir el crecimiento de la población humana, disminuir el consumo y apostar por el uso de tecnologías verdes.
Así, en relación al Acuerdo de París, el investigador valora este tratado como positivo pero que se torna insuficiente a la hora de frenar la actual situación de los animales.
“El Acuerdo de París ayudará a reducir la desaparición de las poblaciones de animales, pero no es suficiente” y añade “necesitamos medidas de carácter internacional destinadas a mitigar el comercio de especies amenazadas y reducir la pobreza en países en vías de desarrollo para proteger los hábitats naturales y la biodiversidad”.
“Tenemos una breve ventana de tiempo para actuar, aunque se está cerrando rápidamente”, concluye Ceballos.