La isla de calor: un fenómeno nocturno de modificación local del clima por causa urbana que consiste en el calentamiento de los centros urbanos en contraste con la periferia. El mayor efecto se produce en los meses de otoño e invierno y en condiciones de estabilidad atmosférica. El proyecto La isla de calor en el área metropolitana de Barcelona y la adaptación al cambio climático, dirigido por Javier Martín Vide, catedrático de Geografía Física de la Universitat de Barcelona (UB), concluye que el efecto conocido como isla de calor produce diferencias considerables de temperatura entre el centro de la ciudad y la periferia, según informa hoy la UB.

La temperatura en el centro de Barcelona es, en más del 90% de las noches estudiadas, más elevada que en la periferia, con diferencias que han llegado a superar los 7,5ºC. El estudio sitúa el núcleo de la isla de calor en la plaza de la Universitat, en el punto de encuentro entre el final del Eixample y la parte alta del Raval. La investigación trata también sobre el efecto refrescante que producen los parques urbanos en las ciudades, pues pueden llegar a reducir en más de 2ºC la temperatura en el interior y a su alrededor en una zona de hasta un centenar de metros. Las observaciones se han realizado en dos parques ubicados en el casco urbano de Barcelona: el parque de la Ciutadella y el Turó Park.

Javier Martín Vide, de la UB, lleva más de 30 años estudiando el efecto de la isla de calor

La intensidad más elevada de la isla de calor se produce en Barcelona, pero se observan islotes de calor en todos los municipios estudiados del área metropolitana de Barcelona: Sant Boi de Llobregat, Viladecans, Gavà, Castelldefels, l'Hospitalet de Llobregat, Badalona... En el Prat de Llobregat, por ejemplo, el contraste térmico entre la zona de campos de cultivo de alrededor de la ciudad y el núcleo urbanizado es muy nítido y puede alcanzar diferencias de hasta 5ºC. Sin embargo, la influencia refrescante de los cursos fluviales es decisiva y, en este sentido, en Sant Boi se observa una baja densidad cerca del curso de la riera de Can Pinyol o en el parque de la Muntanyeta; lo mismo ocurre en el parque de Montigalà en Badalona o en el parque fluvial del río Besòs en Santa Coloma de Gramenet.

Martín Vide, quien lleva más de 30 años estudiando este efecto, explica que "los datos actuales de la isla de calor en Barcelona hacen que hayamos pasado, en estos 30 años, de ver el efecto como una anécdota a verlo como un riesgo para la salud y con una repercusión directa en el gasto energético".