El ruido generado por el ser humano continúa expandiéndose por el mundo y los animales tienen que afrontarlo de un modo u otro. Las investigaciones sobre los efectos que produce el ruido humano en el comportamiento animal se han centrado principalmente en las aves y en las ballenas. ¿Cómo les afecta a los murciélagos, precisamente un animal que depende de sus orejas y oído para cazar?

El murciélago de labios con flecos (Trachops cirrhosus) utiliza principalmente el oído para encontrar a su presa, la rana túngara, pero cuando el ruido oculta la llamada de apareamiento de esta rana entonces cambia su modo sensorial y utiliza la ecolocación. Esta habilidad propia de los murciélagos y otros animales consiste en emitir sonidos de alta frecuencia, prácticamente imperceptibles para el oído humano, y cuando estos sonidos chocan con un obstáculo analizan el eco recibido para detectar a su presa.

Un estudio internacional, publicado la semana pasada en Science, demuestra que, ante una situación de ruido, los murciélagos de labios con flecos pasan de detectar un tipo de sonido, las llamadas de apareamiento de baja frecuencia producidas por las ranas, a cazar mediante la ecolocación. "Cuando las ranas producen las llamadas de apareamiento, desgraciadamente para ellas, emiten dos señales: un sonido para atraer a las hembras y el movimiento de sus sacos vocales, que inflan rápidamente como un globo", explica en un comunicado la Universidad de Texas en Austin, que participa en la investigación.

El murciélago detecta el movimiento del saco vocal de la rana túngara

Los científicos, dirigidos por Dylan Gomes, han realizado un experimento para demostrar que los murciélagos utilizan la ecolocación para cazar en un entorno ruidoso. Dos ranas robóticas, que imitan perfectamente las llamadas de apareamiento y la expansión del saco vocal de las ranas túngaras, fueron colocadas en el interior de una gran jaula en la que el murciélago podía volar libremente. Una rana robótica emitía la característica llamada de apareamiento y la otra hacía lo mismo y, además, expandía su saco vocal robótico. Cuando los científicos reproducían un ruido o unos ruidos que camuflaban la llamada de apareamiento entonces incrementaba la habilidad de ecolocación del murciélago y este atacaba más veces a la rana que emitía las dos señales. Sin el ruido de fondo, el murciélago atacaba a las dos ranas por igual.

"Hemos demostrado cómo pueden adaptarse los animales a unos mayores niveles de ruido mediante el uso de sus otros sentidos, lo cual tiene consecuencias importantes en otras especies que acechan a sus presas, que huyen de sus depredadores o que buscan atraer a sus parejas reproductoras en ambientes con un fuerte impacto humano", afirma Wouter Halfwerk, profesor de la Universidad Libre de Ámsterdam.