La semana pasada se supo que el Dodo de Oxford, el espécimen conservado en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford, murió de un disparo en la cabeza. El dodo (Raphus cucullatus) era un ave no voladora endémica de la isla Mauricio, en el oceáno Índico, que se extinguió por culpa del hombre: el último ejemplar vivo fue visto en 1662. Asimismo, el ave elefante Aepyornis maximus se extinguió en Madagascar, la gran isla al oeste de Mauricio, entre el 1000 y el 1700 d.C., según parece también como consecuencia de la actividad humana; sus huevos eran muy codiciados. El Museo de la Ciencia de Búfalo, en el estado de Nueva York, anunció ayer que ha realizado un descubrimiento excepcional en su colección: un huevo completamente intacto del ave elefante Aepyornis maximus, de 30 centímetros de largo y 71 centímetros de circunferencia, que fue mal etiquetado como un modelo debido a su rareza.

La colección oológica del Museo de la Ciencia de Búfalo estaba siendo inventariada y catalogada de nuevo cuando apareció el huevo: había sido comprado a Edward Gerrard & Sons (Londres) en 1939; los moldes son habituales en las colecciones de los museos, así que el museo hizo una radiografía del mismo para saber si era una copia, pero resultó ser auténtico. Según se cree hay menos de 40 huevos intactos de Aepyornis en instituciones públicas, entre ellas en la National Geographic Society. El ave elefante era un ave no voladora endémica de Madagascar, probablemente denominada así por el grosor de sus patas y por su altura, de hasta tres metros. Sus huevos están considerados como los más grandes jamás puestos por un vertebrado, incluyendo los dinosaurios, de más de 30 centímetros de largo.