El pasado viernes 8 de junio, Duncan MacKay, un campesino de Rogart (condado de Sutherland, en las Highlands de Escocia), estaba extrayendo turba de un terreno cuando encontró los restos de un animal a 1,5 metros de profundidad. MacKay contactó el lunes con el Centro del Patrimonio de Brora, que informó sobre el hallazgo al arqueólogo Nick Lindsay, director de la Sociedad del Patrimonio de Clyne. "El martes me reuní con Duncan en su banco de turba y vi el cadáver, un tanto desfigurado por el excavador, por lo que no se trataba de un cuerpo perfectamente formado", explica Lindsay a National Geographic. Los restos podrían ser los de un lobo que vivió en las Tierras Altas de Escocia hace 2.000 años, según han publicados estos días algunos medios británicos, pero lo cierto es que aún no han sido fechados. Los últimos lobos de Escocia fueron cazados en el siglo XVIII.

Lindsay excavó los restos cuidadosamente y los depositó en bolsas de plástico y, una vez en casa, en una caja de plástico con algo de agua para mantener la humedad. "El jueves 14 de junio llevé la caja al Museo de Inverness, que quedó a cargo de la conservadora Jeanette Pearson. Hablé con ella y, a simple vista, descartó que fuera un zorro, por lo que podría ser un perro grande o un lobo joven cuyo sexo aún no ha sido determinado", comenta Lindsay. Los objetivos de la investigación científica que se desarrollará en breve son los siguientes: identificación de la especie, conservación, datación, posible causa de la muerte y, finalmente, exhibición de los restos de forma permanente. Más información en breve...