Esta es una historia de supervivencia y recuperación de una especie algo más pequeña que el dedo índice de una persona adulta. El geco de Monito se llama así porque es endémico del islote Monito, una isla pequeña y deshabitada situada a unos cinco kilómetros de la isla de Mona, al oeste de Puerto Rico. La salamanquita de Monito ha superado todo tipo de adversidades en un islote rocoso del Caribe: entre 1940 y 1965 fue usado por las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos para realizar prácticas de tiro y de bombardeo; y posteriormente fue introducida accidentalmente la rata negra, que se alimentaba del geco de Monito. Pero la especie sobrevivió, también a los devastadores huracanes Irma y María.

El geco de Monito tiene un comportamiento principalmente nocturno y pasa los días escondido bajo las rocas y dentro de las grietas, por eso resulta difícil saber cuántos hay actualmente, aunque el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos y el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) de Puerto Rico calculan que hoy hay más de 7.600 gecos en Monito. "Cuando una especie se recupera nos comprometemos a retirarle la protección federal para reducir la carga administrativa sobre el público y la industria y para garantizar que los recursos disponibles y limitados vayan dirigidos a las especies amenazadas que más los necesitan", dice Greg Sheehan, el principal director adjunto del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos.

El geco de Monito pasa los días escondido bajo las rocas y dentro de las grietas

El geco de Monito no fue descubierto hasta 1974 y fue incluido en la cateogría de especies amenazadas en 1982, cuando proliferaban las ratas por toda la isla. En 1992, el DRNA emprendió un proyecto de erradicación de la rata negra, usando veneno y trampas, y un segundo proyecto comenzó en 1999. Los científicos que han visitado la isla no han encontrado más ratas. El islote Monito es una reserva natural y el DRNA protege su fauna y vegetación. La isla, que está cerrada al público, acoge una de las mayores colonias de aves marinas nidificantes en el Caribe, además de la mariquita de Puerto Rico, un ave endémica amenazada, y el cactus Harrisia.