Este arácnido de ocho patas se arrastraba por el mundo hace 305 millones de años, durante el Carbonífero, cuando proliferaron las arañas, escorpiones y ciempiés. Pero este bicho no es una araña propiamente dicha porque no tiene el abdomen abultado sino segmentado como el de un escorpión. Podía producir seda pero no podía elaborar telarañas. Tenía espitas o aberturas por donde segregar la seda, pero no tenía hileras o apéndices para crear hilos delicados. Probablemente usaba la seda para forrar su madriguera y para proteger sus huevos.

Este arácnido se llama Idmonarachne brasieri en referencia al tintorero de púrpura Idmón de Colofón, padre de Aracne, la habilidosa tejedora de la mitología griega. Su fósil fue descubierto por el buscador aficionado Daniel Sotty en Montceau-les-Mines, en la región francesa de Borgoña. Pasó a formar parte del Museo Nacional de Historia Natural de Francia, en París. Un estudio del fósil y del arácnido en cuestión ha sido publicado hoy en Proceedings of the Royal Society B

En el fósil se distingue el abdomen del insecto y poco más. La mitad delantera del cuerpo y las patas estaban incrustadas en la roca, pero por suerte se ha preservado la forma tridimensional del arácnido y se ha podido crear un modelo en 3D. El análisis del arácnido primitivo Idmonarachne brasieri sugiere que la evolución de estos animales conllevó la pérdida de su abdomen en forma de cola y en cambio desarrolló colmillos y extremidades y aprendió a tejer telas intrincadas. Russell Garwood, de la Universidad de Mánchester, ha dirigido el estudio, que "ayudará a los científicos a comprender mejor los orígenes de las arañas modernas".