¿Cómo capturar un momento inolvidable que transcurre en un abrir y cerrar de ojos? En ocasiones es tan solo cuestión de suerte. Y fue la suerte la que vino a visitar al fotógrafo Jeff Kerby cuando se encontró -mientras trabaja en Etiopía para National Geographic fotografiando a una manada de geladas- con la increíble escena del parto de uno de estos monos.

El destino tiene estos caprichos; mientras Kerby y un equipo de investigadores estaban cerca de un grupo hembras, una de ellas, visiblemente embarazada, recibió la llamada de la naturaleza en su máxima expresión. Rápidamente el fotógrafo enmarcó el momento y presionó el obturador. El resultado: dos caras unidas al mismo cuerpo en las que se hace difícil determinar cual expresa mayor extrañeza.

Sin embargo no todo en la suerte es azar. Alguien más humilde que sabio dijo una vez: “hay que ver que, cuanto más trabajo, más suerte tengo”.

Dos caras unidas al mismo cuerpo en las que se hace difícil determinar cual expresa mayor extrañeza

"Tenía la ventaja de haber sido biólogo antes de convertirme en fotógrafo", relata Kerby. Había observado a los geladas durante años, así que cuando vio a la hembra encinta alejarse de su grupo -raro comportamiento en la especie- y callarse -comportamiento más raro aún- tomó el teleobjetivo y la siguió.

Lo que vino después fueron 20 agonizantes minutos de contracciones, espasmos musculares y rápidos cambios de posición. Kerby, que permanecía estático, observaba a unos 5 metros desde una posición elegida deliberadamente para observar con discreción. La combinación de la lenta llegada del bebé y el punto de vista estratégico de Kerby dieron lugar a esta fantástica serie de imágenes.

Los geladas, Theropithecus gelada, generalmente, prefieren dar a luz a los nuevos miembros del grupo en la intimidad. Incluso los investigadores que dedican su carrera al exclusivo estudio de esta especie, con suerte, pueden ser testigos de uno o dos nacimientos en toda su carrera. De este modo la serie de fotos muestra un momento muy especial sobre todo en el ámbito de la conservación de la vida silvestre; un campo a menudo centrado en la disminución de las poblaciones y la pérdida de su hábitat. Un campo en el que asistir a comienzo de la vida, y no a su final, resulta especialmente gratificante.