Esta culebra vivió hace unos diez millones de años en el territorio que hoy ocupa la provincia de Teruel. Aunque parezca increíble, su hermoso colorido de tonos verdes y marrones, como la ropa militar de camuflaje, se ha podido recuperar gracias a su fósil, hallado a comienzos del siglo XX en una explotación minera del municipio de Libros, a unos 25 kilómetros al suroeste de la ciudad de Teruel, la capital provincial. El fósil, expuesto en el Museo Aragonés de Paleontología (Dinópolis), es más bien incoloro, no difiere de otros fósiles por sus colores, pero el fosfato cálcico de la roca ha conservado las células pigmentarias dérmicas o cromatóforos, responsables de la coloración y diseño de la piel. Estas células han perdido sus pigmentos originales pero no sus formas, relacionadas con pigmentos específicos.

El fósil de la serpiente fue hallado a comienzos del siglo XX en Libros, al suroeste de Teruel

Los científicos detectaron las células cutáneas mineralizadas al observar el fósil con un microscopio avanzado y buscaron células pigmentarias similares en serpientes actuales para saber cuáles eran los colores exactos. "Por primera vez hemos podido comprobar que los tejidos mineralizados pueden conservar evidencias de su colorido original", explica Maria McNamara, una paleobióloga de la University College Cork y la principal autora de un estudio publicado en Current Biology, en el que también participan investigadores españoles. Los científicos han conseguido detectar tres tipos de células pigmentarias en la piel fosilizada de la serpiente. La combinación de estas células formaba los siguientes colores: el cuerpo moteado de verde y negro y pálido en la parte inferior, una apariencia idónea para camuflarse a la luz del día.