Jugosa, tierna, fibrosa, poderosa y letal. Así es como han modelado a la carne, un producto estrella en nuestra dieta. Nos tienta a convertir una función vital en un placer cotidiano. Ya sea por ignorancia o por indiferencia, entorno al paraíso sensorial acecha una tempestad cuya existencia suele pasar inadvertida. ¿Qué se esconde detrás de este producto?
Para empezar, otorga una vida agónica a millones de animales. La alta demanda de carne conlleva una exigente producción. Entonces, las granjas encuentran más ganancias en un modelo de ganadería intensiva. El ganado vivirá enjaulado toda su vida, hacinado. De hecho, cada gallina tiene un espacio asignado del tamaño de un folio. Es bastante estresante, resultando en desesperados ataques entre sí. Por ello, suelen mutilarles sin anestesia picos, colmillos, colas, etc. Además, la cercanía es un potencial origen de epidemias que gracias a la zoonosis hemos conocido con el nombre de gripe aviar, tuberculosis o SARS.
También hemos alterado sus genes porque debido a la cría selectiva y al abuso de antibióticos, ejemplares jóvenes se desarrollan con cardiopatías, hernias, inmovilidad por sobrepeso… Ni siquiera los animales no sobreexplotados salen ilesos. En España existen 165 razas de ganado autóctono, pero es atípico encontrarlo; 140 de ellas ya están en peligro de extinción.
Entonces, ¿cómo lo solucionamos? No abandonaremos los productos animales de improviso. Esperar ese cambio en toda nuestra especie es utópico. La clave se encuentra en qué consumimos y cómo lo hacemos.
En España, una persona consume una insalubre media de 50kg de carne al año. Es más del doble de lo recomendado por la OMS.
Aunque existan 300000 plantas comestibles, consumimos 200, o sea, el 0,06% del total. Así, el 70% de la superficie cultivada del planeta se destina a pastos y el 75% de trigo producido acaba siendo pienso. Esto no tiene un impacto positivo. Cada hectárea dedicada al cultivo de pastos para corderos genera un producto final que podría alimentar a una persona durante un año.
Si la hectárea la ocuparan papas, podría abastecer a 22 personas; así como se necesitan 8kg de grano para producir 1kg de carne de res, cuando pueden consumirse directamente por humanos. Además, para producir 1kg de papas son necesarios 150L de agua y para uno de ternera, 15000L. Si entregáramos solo un 15% del grano para pastos a personas, acabaríamos con 1/5 de la desnutrición mundial.
Llevamos décadas contemplando cómo el ganado agoniza, gastamos recursos sin dejar nada para años venideros, hay epidemias y la gente pasa hambre. A este paso, en breve habrá demasiados problemas sin retorno. No podemos esperar a que quienes los causaron hagan algo. Es nuestro turno. Debemos equilibrar el consumo o caeremos. Para lograrlo, necesitamos a nuestra generación unida. Si todos cuidamos nuestra salud, reduciremos el consumo de carne para atrevernos con los 299800 vegetales que nos faltan y buscaremos alternativas como hamburguesas veganas o carnes locales atípicas. Un futuro esperanzador depende de convertir una función vital en un placer cotidiano, ¿te apetece?