Los seres humanos somos conscientes de que pereceremos. Nuestra piel se degradará en el planeta azul mucho antes que una botella de plástico en el fondo marino, y ninguno de nosotros estará aquí en 7500 millones de años para asistir al funeral del sol.

Sin embargo, y aunque parezca ficticio, no a todos los seres vivos les augura el mismo destino fatal: la turritopsis nutricula es una especie de hidrozoo capaz de revertir su edad. Esta pequeña medusa (4-5 milímetros de diámetro) experimenta una metaplasia inversa que le permite regresar a su fase de pólipo en caso de sentirse enferma o amenazada.

El proceso de transdiferenciación puede ser repetido de manera indefinida, convirtiendo a este animal en biológicamente inmortal.

A pesar de esta asombrosa cualidad, la turritopsis nutricula no está exenta del peligro que suponen las aguas marinas, ni tampoco de los factores humanos que repercuten negativamente en su hábitat natural. ¿Seríamos pues, capaces los hombres, de matar a la medusa sempiterna?

Esta especie caribeña ha proliferado hasta encontrarse en todos los océanos del mundo. En este sentido parece dificultoso erradicarla, y podemos estar seguros de que no sería la primera en desaparecer. No son tan afortunados animales como la foca monje o la vaquita marina, cuyos únicos errores fueron habitar el mismo planeta que nosotros. La regresión de ambas especies es debida a diversos actos (colocación de redes de enmalle, persecución directa, contaminación...) cuyo rasgo común es siempre la actividad humana.

Quizás la medusa inmortal sobreviva más tiempo al no ser explotada para el beneficio de las personas, que desde 1970 han reducido a la mitad las poblaciones de especies marinas vinculadas al consumo. Pero un desastre ambiental como el vertido del Deepwater Horizon en 2010 no muestra clemencia por ningún ser vivo, sea eterno o no.

La alimentación de la turritopsis nutricula se basa mayoritariamente en huevas, moluscos y plancton. Esta última parte de la dieta es víctima (también) de nuestros malos hábitos. Su capacidad reproductiva se ve afectada por la exposición a microplásticos, y el calentamiento global ha provocado su migración a aguas más frías.

Aunque tardaríamos en hacerlo, definitivamente seríamos capaces de aniquilar a la protagonista de este texto. Y más allá de eso, a su hábitat. Debemos plantearnos entonces qué estamos haciendo mal: el primer paso para solucionar un problema es ser conscientes de que existe.

La educación ciudadana es necesaria, al igual que la actuación de las instituciones comunitarias. El recientemente actualizado Manifiesto Azul es un manual de rescate de los océanos que busca garantizar protección a las aguas oceánicas europeas.

Mejorar esta situación no es una opción, sino una necesidad. 350 millones de empleos están vinculados a la salud de los océanos, y 1000 millones de personas dependen de la pesca como fuente principal de proteínas. No somos jefes de los recursos naturales, sino que dependemos de ellos para nuestra supervivencia.

Nos extinguiremos los humanos, el sol, y hasta la turritopsis nutricula, pero está en nuestras manos no acelerar el proceso.

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Este es uno de los trabajos ganadores o finalistas del II Concurso de Redacción Periodística para Jóvenes de National Geographic España y RBA Libros, dedicado a los océanos. Aquí podéis consultar la lista completa de los trabajos premiados y seleccionados por el jurado.