Desde pequeña he tenido la sensación de que el hombre nunca ha sabido valorar lo que tenía. Siempre viendo en la televisión cómo se quemaban los bosques, el deshielo de los glaciares, la contaminación, enfermedades mortales… pero eso sí, viéndolo como si no fuera conmigo, como cuando ves una película. Con el paso de los años me he dado cuenta de que “la película” va a ser mi vida, mi herencia, y que depende de mí y de los demás dejar un futuro.

He podido sentir el cambio de las estaciones, ya no son como antes. Los inviernos no son tan fríos, y los veranos son demasiado cálidos. Parece mentira pero los culpables somos todos nosotros, los seres humanos. ¿Quién podía imaginarse que utilizar un spray estaba ayudando al calentamiento global? Este calentamiento provoca el deshielo de los polos, y que suba el nivel de los mares. Ciudades que me encantaría que mis hijos conocieran, podrían desaparecer. “Por siglos, Venecia ha amenazado con desaparecer bajo las olas del agua alta, inundaciones habituales causadas por la complicidad de la subida de las mareas y cimientos hundidos”. (Según el artículo de National Geographic, Venecia desaparece).

Nunca pensé que esas enfermedades que me hacían estudiar en el colegio, que habían llegando a devastar grandes poblaciones, podrían ser una realidad nuevamente. Con lo seguros que nos podíamos llegar a sentir ante cualquier enfermedad, y realmente, qué frágiles somos.

Me doy cuenta que no se trata de vivir y aprender a través de una pantalla, sino de respetar incluso lo que no vemos, respetar el aire que respiramos, el agua que bebemos y en la que habitan muchos seres vivos; y el bosque, que hace de pulmón a la vida, el hogar de muchos.

Si seguimos así, veremos nuevos desiertos donde antes teníamos lagos, agua donde había hielo, islas de plásticos acumulados donde antes teníamos un mar limpio. ¿Qué será de los que viven en estos lugares? Si no hay agua en el lago, no vivirán los peces, si no hay bosque, perderemos una parte de nuestro pulmón.

Soy consciente de que hay varias organizaciones que luchan día a día para salvar la tierra, y personas de gran influencia como Greta Thunberg, (activista medioambiental) que lo viven en primera persona. Pero muchos de nosotros seguimos viviéndolo a través de un teléfono móvil, un televisor... Ahora entiendo la importancia de contribuir a que un plástico no llegue al mar. Que un cristal que se me rompa en el bosque, no llegue a provocar un incendio. Y que hay productos que no se deberían utilizar ya que son muy tóxicos para nuestro planeta. La solución empieza por uno mismo.

Carla Torrededia de Diego. Jesús-Maria Sant Gervasi. Barcelona.