"La Tierra tiene música para los que escuchan". Es lo que dijo en sus tiempos George Santayana, y a este novelista español poca razón le faltaba. El planeta Tierra puede parecer, a simple vista, un árido cuerpo rocoso de 4.550 millones de años de edad, y, aunque nada más lejos de la realidad, también es hogar de las 1’78 millones de especies conocidas. Pero no solo aquello viviente debe llevarse todo el mérito. Los átomos reaccionan diariamente para dar lugar a formaciones y fenómenos que suelen dejar a más de uno con la boca abierta. Y lo mejor de todo es que esta todo interrelacionado. Tanto, que, en 1969, a Lovelock le dio por publicar su teoría: el planeta Tierra es un organismo vivo. La aceptación de esta aún está por ver, pero de lo que sí estamos seguros es que la naturaleza no solo nos deleita con su presencia, sino que nos ha dado la vida.

Pero es una lástima, porque nosotros, que somos un peón más de la partida de ajedrez, hemos robado la corona. Y estamos en números rojos: la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, haciendo cuentas y notando la desaparición de numerosos seres a causa de la actividad humana, nos ha llevado a declararnos culpables de la actual sexta extinción masiva. Vivimos cómodamente en nuestras ciudades kilométricas, pero no pensamos que antes ahí había un bosque, con unos animales a los que arrebatamos el hogar. Estos tuvieron que buscarse la vida, invadiendo así otros ecosistemas y disturbando su equilibrio.

Vivimos también encantados ya que gracias al plástico de un solo uso se pueden distribuir alimentos a un bajo coste, y producir muchos beneficios. Tampoco lo pensamos dos veces al usar energía procedente de centrales nucleares, que desechan productos radioactivos. Pero la verdad es que seguimos reduciendo las posibilidades de vida en nuestro planeta. Y encima, como si fuera poco envenenamos a todos los peces con microplásticos, les damos caza sin fin para abastecer a la exponencialmente creciente población humana. Con la reducción de organismos fotosintéticos que ha sufrido la Tierra, cada día aumenta la proporción de CO2 en la atmósfera y el calentamiento del planeta. Víctima directa de este último son, por ejemplo, los polos, que se derriten a una velocidad desmesurada. Esto, tal como afirma el secretario general de WWF en España, deja al descubierto microorganismos desconocidos que llevan millones de años congelados, y podrían resultar patógenos para el ser humano, causando así otra pandemia de escala incomparable a la del coronavirus.

Nos hemos pasado. Y lo peor, aún cuando nos estamos perjudicando a nosotros mismos, no movemos un dedo.

Con este motivo celebramos, el 22 de abril, el día de la Tierra. De esta forma concienciamos a la sociedad sobre la situación actual y los retos para preservar el planeta. O, como también se podría decir, para ver si algún día despertamos de nuestra euforia de raza superior y reconocemos ya a la Tierra como nuestro hogar y nuestra madre.

Carolina Pujol. Col.legi Sagrat Cor Sarrià, Barcelona.

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Este es uno de los trabajos ganadores o finalistas del I Concurso de redacción periodística para jóvenes de National Geographic España y RBA Libros, dedicado al Día de la Tierra. Aquí podéis consultar la lista completa de los trabajos premiados y seleccionados por el jurado.