Generación de cristal, ninis, generación Z y muchos otros nombres, son los calificativos con los que nos han bombardeado a nosotros, los jóvenes.

Somos los sensibles, los que no queremos trabajar ni estudiar, los que solo viven pendiente de las redes sociales y de su propio ego. Sin embargo, esto no ha sido más que la herencia de nuestras generaciones pasadas. Habitamos el lugar donde residimos, pero también en nosotras mismas. Somos la generación que reconoce términos como inteligencia emocional o responsabilidad afectiva para poder relacionarnos de maneras sanas y estables, buscando nuestra felicidad y la del otro.

Poco se habla de la herencia material que se nos ha entregado. Un patrimonio en apuros y un planeta insostenible. Somos herederos de guerras constantes, del consumo irresponsable durante siglos, de un medio ambiente que lucha por sobrevivir llevado ya a su límite. Somos VUESTROS herederos.

Y, efectivamente, somos sensibles, somos sensibles porque somos conscientes. Somos conscientes de nuestro entorno, del peligro que corre nuestro patrimonio y es por ello, que cada día luchamos para informarnos y encontrar nuevas soluciones.

Las redes sociales nos han permitido conocer los problemas que sufren personas y ecosistemas a cientos de miles de kilómetros, nos han ayudado a ponernos en contacto para buscarle soluciones a problemas que llevaban años sin resolverse, a crear una red de conocimiento bidireccional que nos permita acceder a herramientas cada vez más innovadoras.

Somos la generación de biólogos, abogadas, arqueólogas, ecólogos, psicólogos, pedagogas y un largo etcétera de profesiones que se ponen en marcha para poder salvaguardar lo más importante que tenemos, nuestro hábitat.

Somos la generación de Anna Du, Boyan Slat, Gretta Thunberg o las hermanas Isabel y Melati Wijsen.

Somos jóvenes conscientes y en lucha contra el cambio climático, con nuevas iniciativas que reestablezcan el orden natural de los ecosistemas y que permitan revertir todo el daño que han causado nuestras generaciones previas.

Nuestra herencia fue una serie de crisis (económicas, climáticas, ambientales, patrimoniales, socio-afectivas, etc) difícil de suplir. Sin embargo, seguimos demostrando que estamos dispuestos a cambiar, a hacer de este un lugar maravilloso para las generaciones venideras, un lugar donde no haya lugar para la exclusión social, el maltrato a los animales, la destrucción del patrimonio o la contaminación en masa.

El camino es largo, muy largo, sin embargo, somos muchos y tenemos el recurso más importante de todos, el futuro. El futuro nos pertenece, será nuestro, y esta generación de cristal, generación Z o de mal llamados Ninis, estamos camino de conseguir lo jamás logrado, un futuro sostenible donde todo el mundo quepa.

Es por ello, que merece la pena decirlo bien alto, SOMOS EL FUTURO.