El calentamiento global es uno de los problemas más tratados de los últimos años. No es para menos, según la WMO, hay un 50% de probabilidades de que la temperatura de la Tierra ascienda hasta 1,5°C respecto a los niveles anteriores a la industrialización en los próximos cinco años. Esto, sumado a otros problemas como la desertificación, la deforestación o la sobrepesca, hará que cada vez sea más difícil habitar en nuestro planeta.
La concepción del cambio climático como un problema a largo plazo y la falta de rentabilidad inmediata que suponía tomar medidas lo ha situado en un plano secundario durante décadas. Pero las nuevas evidencias sobre la crisis climática, con las que los expertos nos advierten que hemos llegado a un punto de no retorno, ha hecho a las nuevas generaciones tomar conciencia del peligro inminente.
Que el temor está generalizado entre los jóvenes es indudable, según un estudio de la Universidad de Bath, el 75% califica el futuro como "aterrador" respecto a las perspectivas climáticas. Este sentimiento es causado no solo por la perspectiva de la destrucción del planeta, sino también por la impotencia de no poder hacer nada para solucionarlo.
Sin embargo, movimientos de jóvenes alrededor del mundo han demostrado que sí podemos hacer algo. Lo que empezó con acciones individuales en diferentes partes del planeta ha acabado en grandes proyectos como The Ocean CleanUp, basado en un invento del ingeniero Boyan Slat para limpiar basura de ríos y mares aprovechando las corrientes. Otro ejemplo de joven activista es Félix Finkbeiner, cuya asociación Plant-for-the-Planet está actualmente reforestando 22.500 hectáreas de bosque en la península de Yucatán, en México.
Pero no es necesario embarcarse en grandes proyectos para ayudar al desarrollo sostenible. En redes sociales, cuentas como vegin.espanol o wastefreeplanet nos enseñan a llevar una vida más sostenible y son la prueba de que tanto jóvenes como mayores pueden cambiar su modo de vida para respetar el planeta cambiando su alimentación o reduciendo sus residuos.
Los pequeños gestos, como limitar el uso del coche y el avión, reducir la ingesta de carne roja, usar electrodomésticos de bajo consumo o comprar ropa de segunda mano suelen ser los que más cuentan. Por ello, si tomamos ese modo de vida como modelo a seguir no tardaremos mucho en reducir nuestra huella de carbono. Cada vez más jóvenes han tomado como deber moral, por medio de las nuevas tecnologías, divulgar esa información con el fin de que sea accesible para todos.
En conclusión, todos tenemos en nuestra mano el destino del planeta. Por ello debemos crear redes que promulguen acciones reales a favor del medio ambiente, tanto individuales como colectivas: haciendo cambios en nuestro modo de vida, convenciendo a conocidos para sumarse, apoyando a grandes asociaciones, manteniéndonos informados para saber cómo actuar... Estaremos luchando contra la inacción. Como diría Greta Thunberg: "nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia".