Incendios, sequías, huracanes y otras catástrofes naturales. Como si de una película distópica se tratase, en los próximos años presenciaremos unos de los mayores efectos del cambio climático en toda nuestra historia. La Organización Meteorológica Mundial aseguró, en un informe del año pasado, que las inundaciones, las olas de calor y los incendios forestales se han quintuplicado en los últimos 50 años, con costos ambientales y económicos de valor incalculable.
Esta es la película que aparentemente tendrán que ver nuestras nuevas generaciones, porque al parecer, los villanos de este largometraje no son aquellos seres malvados, feos y con ganas de destruir el planeta que nos enseñan en los cines, si no que somos nosotros mismos día a día. La diferencia que existe entre estos antagonistas estereotípicos y cualquier ciudadano promedio es minúscula, solo que nuestras intenciones no son tan negativas si no que más bien provienen del desconocimiento.
Según la entidad financiera multilateral de la UE, únicamente el 24% de los españoles ha realizado "cambios radicales" en su estilo de vida, mientras que el 80% de la población es consciente de que su cooperación es crucial para erradicar la emergencia climática.
Podemos ver como existe una gran diferencia entre conocer el problema y percatarse de la gravedad de este, porque a pesar de estar constantemente informándonos de la existencia del cambio climático, no cambiamos.
Y de esta manera nos convertimos en los villanos de la película, porque cometemos día a día los mismos errores. Nosotros, los españoles, arrojamos nada más y nada menos que 126 toneladas de plásticos al mar cada día y contaminamos lo suficiente como para matar a 10.000 personas cada año, con armas tan letales como las enfermedades cardiovasculares o respiratorias.
Si os paráis a analizar, obtendréis la idea de que, efectivamente, no somos los tan ansiados héroes idílicos que logran salvar a la damisela en apuros, más bien somos aquellos antagonistas a los que no nos gustaría parecernos, con el objetivo de abusar de la doncella que antes pretendíamos liberar, consiguiendo tener de escenario un infierno en el que los polos se derriten por el aumento de temperatura, en el que los árboles mueren asfixiados y en el que la falta de recursos nos invade.
Pero no todo es blanco o negro, nos solemos mover en una escala de grises, y también hay evidencias de que tal vez los protagonistas de esta película distópica puedan ser los héroes que salven al planeta de este callejón sin salida.
Los jóvenes no solo somos los más afectados por el cambio climático, sino que somos los que vamos a salvar al planeta de todo el abuso que está recibiendo. Por esta razón, veo un mundo aprovechando las oportunidades que la tecnología nos brinda, convirtiendo a España en una de las mayores potencias verdes por el uso de las energías renovables, a un planeta concienciado de los retos a los que se va a enfrentar la Tierra y a una humanidad heroica. Porque nosotros somos el futuro.