Desde aquel ahora lejano y distante primer Día de la Tierra, el 22 de abril de 1970, nuestro planeta ha sufrido numerosos y notables cambios por culpa de nuestras malas acciones y nuestro modo de vida insostenible y extremadamente contaminante. Y aun así, en los 50 años que han transcurrido desde entonces, toda esa forma de vida en la que nos hemos asentado tan cómoda y egoístamente no ha sido modificada de forma radical.
Muchas veces ni siquiera ha habido un cambio real, y se han aplicado medidas mínimas e insignificantes. En otras, incluso ha empeorado la situación al adoptar costumbres aún más perjudiciales para el medio ambiente. Es decir, la Tierra ya se ha abalanzado hace mucho al fondo del abismo, en una caída libre que ya dura varias décadas. Mientras, nosotros seguimos impasibles y apenas manifestando pequeñas muestras de preocupación ante tan aterrador problema que, aunque muchos lo nieguen, es una realidad que se va a agravar cada vez más si no reaccionamos inmediatamente.
Una realidad que no tiene nada de abstracta o futurista, y que por el contrario tiene mucho de cifras y actualidad. Cifras que a veces pueden parecer inofensivas pero que en la práctica se traducen en consecuencias catastróficas. Esto llega a la máxima expresión con el aumento de la temperatura media global de 1ºC desde la era preindustrial, un aumento de un único grado que ha provocado la alteración del clima con variaciones drásticas y extremas de las temperaturas y las precipitaciones, el derretimiento de los casquetes polares y la consecuente subida del nivel del mar, la extinción y progresiva desaparición de incontables especies animales y vegetales… Sin duda no me equivoco al afirmar que nunca ha habido un 'uno' tan grande, un 'uno' que haya tenido consecuencias de tal importancia, envergadura y peso en toda la historia de la humanidad.
Pero de nada sirve lamentarse, el único verbo que debe imperar en nuestra mente y en nuestras acciones es cambiar, y el cambio el único fin de ellas. Un cambio que conlleva y conllevará esfuerzo y sacrificio, decisión y perseverancia, creatividad e investigación; que precisará de la actuación conjunta, firme y unificada de todos los habitantes del planeta, de distintas nacionalidades, culturas y generaciones, pero con un sueño común: que ellos o sus hijos se despierten un Día de la Tierra en el que se recuerde con orgullo como dejamos atrás nuestros errores pasados para salvar la Tierra y construir un futuro en el que haya menos cambios del planeta y más del ser humano.
Santiago Bellod Torralba. Dominicos Cardenal Xavierre. Zaragoza.
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Este es uno de los trabajos ganadores o finalistas del I Concurso de redacción periodística para jóvenes de National Geographic España y RBA Libros, dedicado al Día de la Tierra. Aquí podéis consultar la lista completa de los trabajos premiados y seleccionados por el jurado.