El nacimiento de la sociedad actual se produjo hace poco más de un cuarto de milenio, con el inicio de la Revolución Industrial en el Reino Unido. Desde entonces, la civilización ha ido avanzando a un ritmo exponencial en el que la economía ha jugado un papel vital. Fue en este cambio social que se instauró el consumo desproporcionado de recursos que, pocos años más tarde, nos conduciría a la crisis existencial que actualmente está a punto de sufrir la humanidad.

Casi de la noche a la mañana empezamos a relacionar la explotación del entorno con el desarrollo y el crecimiento económico, viéndolo como eje principal del bienestar humano. Poco a poco, en nuestra falsa creencia de control sobre lo natural hemos ido menguando las zonas naturales como en su día se hizo con las reservas de indios americanos, condenando a sus habitantes a su inexorable muerte.

Durante años, los humanos hemos producido una extinción masiva de especies como si de una plaga para la vida nos tratásemos, provocando el Antropoceno, la sexta extinción masiva. Cada vez, un mayor número de científicos e investigadores nos alertan de los peligros para nuestra existencia que conlleva nuestro modo de vida, encontrando nuevos efectos secundarios que comportan el uso de los combustibles fósiles en este complejo sistema, el cual creíamos dominar creyéndonos dioses mientras ella, desapercibida, iba usando sus mecanismos de regulación.

Ante los avisos de la comunidad científica, el ser humano hace como si toda esa evidencia no existiera, justificándonos con el “pero si yo reciclo”, que parece eliminar el resto de contribuciones. Mientras los líderes mundiales, entre ellos varios que dudan de la existencia de un hecho consumado como es el cambio climático; luchan por derechos, prórrogas y otras formas para evitar realizar acciones, siendo los países que más contaminan y más han contribuido a esta emergencia los que notarán menos sus efectos, culpando a entes supranacionales ante el populacho descontento. Mientras los políticos intentan reducir su responsabilidad, llegamos a las más de 1000 especies extintas por la acción humana desde nuestros orígenes1, cifra que deja a la población impertérrita, como si de hechos ficticios o sin significado se tratase. Ante

1 https://www.scientificamerican.com/article/fact-or-fiction-the-sixth-mass-extinction- can-be-stopped/

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estos datos, arrojados día tras día por aquellos que ven en esta crisis el fin de la humanidad tal y como la conocemos, debemos preguntarnos: ¿de verdad nos merecemos seguir existiendo? Si no actuamos rápido, la naturaleza decidirá, y no será piadosa con nuestro destino.