Vivo en un pueblo donde la naturaleza nos rodea. A un lado tenemos cuatro kilómetros de playa mediterránea con una hermosa pineda y al otro lado una zona de montaña que pertenece al Parque natural del Garraf. En este enclave privilegiado, me siento una persona afortunada.

Cada día cuando me levanto recibo una sonrisa de esos árboles frondosos, el sonido de los pájaros y de toda esa naturaleza a la que no le damos ningún valor, pero lo que más me impacta y no deja de sorprenderme es el olor a tierra mojada después del rocío de la noche que para alguien que no lo ha olido nunca es difícil de describir, pero una vez has interiorizado ese aroma, deja una huella difícil de olvidar.

A cinco minutos tengo la playa, donde tengo esa sensación de libertad. Ahí no hay fronteras y la vista se te pierde en la amplitud de ese mar donde algunas de las veces, sobre todo en época estival, siento vergüenza ajena e incluso tristeza. ¿Por qué? Es fácil. El hombre ha invadido el espacio natural dejando su huella y no siempre positiva. Se construye donde no se debiera simplemente por un interés mercantil sin darnos cuenta que son nuestros pulmones, nuestro hábitat. Si lo cuidamos, él nos cuidará, si no lo hacemos él nos lo arrebatará. Contínuamente vemos en los informativos noticias sobre grandes riadas, bosques quemados, toneladas de plástico en los mares, volcanes en erupción… que toman vidas humanas como precio a los desmanes que anteriormente ha hecho el hombre.

La Naturaleza sigue su curso. Seguramente estaremos pensando que lo sabemos todo sobre la tierra, pero en realidad no es así. No estamos preparados ni acostumbrados a escuchar lo que nos dice. Cuando esto ocurra y seamos conscientes, quizás haya una comunión con ella y de esa simbiosis saldremos todos beneficiados. Las empresas dejarán de emitir gases al ozono y podremos respirar y quizás todas esas afecciones respiratorias humanas se minimicen y contribuyamos favorablemente a que el cambio climático no se produzca. Y otros temas importantes que van relacionados con la tierra. Ahora que estamos en confinamiento ¿alguien ha valorado la diferencia que hay entre hace un mes y ahora? A nivel ambiental, los expertos valoran positivamente este hecho. La concentración de (CO2) se reduce más cada día entre el 70% y 80% respecto al periodo anterior a la crisis. Por lo tanto, la calidad del aire ha mejorado.

Aparecen animales salvajes en espacios urbanos. En el mar cerca de la orilla vienen focas, delfines y esos animales que estaban confinados a espacios muy reducidos se han convertido en los amos de nuestras calzadas. Ahora el mundo es suyo. La fauna y flora siguen su curso. La primavera ha irrumpido y comparten un hogar que reúne las condiciones idóneas para su desarrollo: humedad, luz, temperatura adecuada y que no entiende de virus humanos. Tenemos que pensar que es nuestra casa y debemos cuidarla. ¿Por qué cuidas y limpias tu casa y ensucias el planeta? Si lo cuidamos, él nos cuidará. Aprendamos.

Iker Cemborain. Col·legi Santo Ángel. Gavà (Barcelona).

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Este es uno de los trabajos ganadores o finalistas del I Concurso de redacción periodística para jóvenes de National Geographic España y RBA Libros, dedicado al Día de la Tierra. Aquí podéis consultar la lista completa de los trabajos premiados y seleccionados por el jurado.