El 21 de julio de 2018 un centenar de jóvenes estadounidenses se congregaron frente al edificio del Capitolio, en Washington, D.C., con un objetivo: exigir que todos sus representantes políticos se adhiriesen al Compromiso sin Combustibles Fósiles ("No Fossil Fuel Pledge"), una iniciativa que exigía a los candidatos electorales su compromiso a rechazar donaciones de más de 200 dólares de aquellas compañías o lobbies relacionados con los combustibles fósiles. Aquella acción, aparentemente aislada, se convertiría en la primera de las marchas por el clima que se han producido en los últimos años en todo el mundo. Había nacido Zero Hour, una organización que sirvió de guía a miles de jóvenes de todo el mundo para organizar acciones en favor del planeta.
Foto: Arianne Bergeron/ Zero Hour
Greta Thunberg, quien por aquel entonces contaba solo con 15 años de edad, quedó fascinada por aquella iniciativa liderada por activistas adolescentes. Empezó a seguir a Jamie Margolin, la fundadora de Zero Hour, en las redes sociales. Muy pronto activistas jóvenes de ambos lados del Atlántico crearon un foro virtual para compartir sus preocupaciones sobre el cambio climático. El 20 de agosto de aquel mismo año, Thunberg decidió saltarse el colegio para protestar por la salud del planeta. Aquella acción fue el preludio de Fridays for Future (viernes por el futuro), una corriente internacional protagonizada por voces muy jóvenes dispuestas a tomar la iniciativa en la lucha contra el cambio climático.
"Los jóvenes que componen Zero Hour no tienen miedo de decir lo que el mundo necesita oír, incluso si se trata de una verdad incómoda", explica Jamie Margolin
Activistas muy jóvenes, concienciados y persistentes
"La década de los 20 será un período de cambio protagonizado los jóvenes", afirma con rotundidad Jamie Margolin a National Geographic España. La edad media de los integrantes de Zero Hour es buena prueba de ello. Muchos de los miembros destacados de la organización o bien no superan la mayoría de edad o bien se unieron al proyecto cuando contaban con 15 o 16 años de edad. Es el caso, por ejemplo, de Kallan Benson, una adolescente de 15 años que se decantó por el activismo después de un encuentro con el hijo de Barton Rubenstein, fundador de ONG Mother Earth Project. Madelaine Tew, la directora financiera de Zero Hour, solo cuenta con 16 años, mientras que Nadia Nazar, la directora de arte de la organización, solo tiene 17 años.
Foto: Jamie Margolin/ Zero Hour
Jamie Margolin alza el puño durante una manifestación en Washington D.C. La joven activista es la fundadora y codirectora de la organización conservacionista Zero Hour.
Igual que Fridays for Future, Zero Hour y otras ONG están formados en la mayoría de los casos por estudiantes de secundaria que han contactado entre ellos a través de las redes sociales. Algunos se han conocido por Instagram, otros han coordinado encuentros virtuales por videoconferencia, y la mayoría ni siquiera han acabado el instituto. "En la mayoría de los casos Zero Hour pivota en torno al mundo de Internet -afirma Margolin-. Nos comunicamos a través del correo electrónico, redes sociales, grupos de Whatsapp, videoconferencias y llamadas telefónicas. Estamos distribuidos por todo el territorio nacional de Estados Unidos, así que es raro ver a los organizadores en una misma sala". Para participar en el debate climático, apuntarse a sus iniciativas o colaborar en la causa basta seguir las campañas en su página de Facebook, Instagram o Twitter.
"Somos una organización de jóvenes que les dice a nuestros líderes políticos verdades incómodas, y eso es algo revolucionario"
Sin embargo, juventud no significa inexperiencia. A pesar de su corta edad, Zero Hour está perfectamente conectado con el ecosistema asociativo de Estados Unidos, y conocen bien qué organizaciones pueden hacerles de altavoz. En tan solo 2 años, la organización ha recibido el reconocimiento explícito de importantes ONG, entre las que destacan The Climate Reality Project, una entidad conservacionista respaldada por el exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore.
En solo 2 años, Zero Hour ha recibido el reconocimiento explícito de importantes ONG, entre las que destacan The Climate Reality Project.
La organización ha calado fondo en el imaginario colectivo y en la agenda política de Estados Unidos. Incluso ha recibido el apoyo explícito del senador Bernie Sanders, candidato a las primarias del Partido Demócrata. Preguntamos a Jamie por la clave de su éxito. "El trabajo duro y la determinación", afirma la activista, quien nos explica que los jóvenes que componen Zero Hour no tienen miedo de decir lo que el mundo necesita oír, incluso si se trata de una verdad incómoda. La clave, puntualiza Margolin, es la constancia y la perseverancia. "Somos una organización hecha de jóvenes que les dice a nuestros líderes políticos verdades incómodas, y eso es algo revolucionario", afirma.
Metas pragmáticas
A diferencia de otras organizaciones no gubernamentales, enfocadas en colocar el cambio climático en la agenda mediática, el objetivo de Zero Hour es más pragmático. A pesar de su corta edad, estos jóvenes no piden lo imposible, sino metas concretas, factibles y cuantificables, que puedan llevarse a cabo con voluntad política. Incluso Jamie participó como voluntaria en la campaña de Hilary Clinton en las elecciones de 2016. "Somos un movimiento político -advierte la activista-. Las causas por las que no hemos acabado la crisis climática es política también lo son, igual que las soluciones. Si no hemos cumplido nuestros objetivos es debido a que nuestros representantes prefieren ganar dinero a velar por la salud del planeta".
Somos un movimiento político. Las causas y las soluciones de la crisis climática también lo son, explica la fundadora de Zero Hour, Jamie Margolin.
La visión política de Zero Hour queda patente en el planteamiento de los objetivos. "Determinamos nuestras metas basándonos no solo en premisas científicas, también en las necesidades políticas del momento. Por ejemplo, ahora mismo lo que impera es un llamamiento masivo a que la gente joven participe en las elecciones, por eso hemos desarrollado una iniciativa denominada #Vote4OurFuture (vota por nuestro futuro), en la que animamos a los miembros de nuestra generación a inscribirse en el censo electoral [de Estados Unidos]. La combinación entre los objetivos globales y estrategias locales es un rasgo definitorio de una entidad que pretende salvar nuestro planeta partiendo de acciones concretas.
"No podemos salvar el planeta si nuestros líderes siguen priorizando las demandas del lobby del petróleo sobre la salud de sus ciudadanos", apunta Jamie Margolin.
Por ejemplo, en su página web aseguran que el movimiento surgió de su adhesión a Our Children’s Trust, una entidad que ha presentado demandas contra el Gobierno Federal de Estados Unidos. De ahí que sus objetivos a medio plazo no sean un brindis al sol, sino que estén basados en propuestas muy reales. Entre sus objetivos se cuentan la petición de que se incluya obligatoriamente una asignatura sobre el cambio climático en el programa educativo del país, o que Estados Unidos vuelva a formar parte de los Acuerdos de París. "No podemos salvar el planeta si nuestros líderes siguen priorizando las demandas del lobby del petróleo sobre la salud de sus ciudadanos", sostiene la activista.
Foto: Jamie Margolin/ Zero Hour
¿Quién tiene que liderar la transición ecológica?
Los principios rectores que aparecen en la página web señalan que aquellos que tienen que liderar el movimiento son quienes se encuentren en primera línea del frente, entre los adquieren una consideración especial aquellos colectivos más desfavorecidos, así como las minorías. "Los marginados por nuestra sociedad colonial son quienes más están sufriendo los efectos más devastadores de la crisis climáticas -asegura Margolin-, mientras que aquellos que cuentan con más privilegios y un mayor acceso a los recursos del planeta son los mejor posicionados para encarar la emergencia climática".
En noviembre de 2019, Estados Unidos anunció formalmente a las Naciones Unidas su retirada de los Acuerdos de París, el compromiso adoptado por 195 países del planeta para limitar el calentamiento del planeta por debajo de los 2 ºC hasta finales de siglo. Aquella decisión unilateral fue duramente criticada por asociaciones conservacionistas de todo el mundo, entre ellas Zero Hour, que marcó entre sus objetivos más apremiantes exigir al Gobierno de Washington que volviese a formar parte de aquel acuerdo internacional.
Según Jamie Margolin, "ningún estado debe imponer sus propias soluciones al resto del mundo".
¿Debería Estados Unidos, el segundo país que más contamina del planeta, liderar la política medioambiental del planeta?, preguntamos a Margolin. "Ningún país tiene que liderar el movimiento internacional por el cambio climático. Ningún Estado debe imponer sus propias soluciones al resto del mundo -asegura la activista-. ¿Tiene Estados Unidos que asumir sus responsabilidades y corregir sus errores con respecto a la emergencia climática? Por supuesto. ¿Significa ello que nuestra voz tiene que ser la única que se escuche, y que nuestras opiniones tengan que imponerse a la del resto del mundo? No. Nuestra obligación es asumir nuestras responsabilidades, pero no perpetuar un legado basado en el colonialismo".
Una transición ecológica justa
Por todo ello, para Zero Hour la emergencia climática es también una emergencia social, por lo que para salvar al planeta es necesario cuidar a los colectivos más desfavorecidos. La organización defiende lo que denominan una 'transición ecológica justa' que no deje a nadie atrás. "El Gobierno y las empresas necesitan tener un plan de transición para la población afectada, por ejemplo, los trabajadores del carbón deberían encontrar trabajo sin problemas, de la misma manera que los cocheros de los carruajes pudieron reciclarse cuando aparecieron los automóviles- sostiene Margolin-. Los culpables por el desastre climático no son los trabajadores, quienes hacen lo que pueden para dar de comer a sus familias, sino los directores generales de las grandes multinacionales que abusan de sus trabajadores y del planeta".
Nuestros representantes políticos prefieren ganar dinero a velar por la salud del planeta
"En la acción está la esperanza"
La comunidad científica apremia a tomar medidas urgentes para proteger al planeta. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático advierte de que si queremos reducir el calentamiento global a 1,5 grados a final de siglo estamos obligados a restringir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% antes de 2030 y eliminarlas por completo en 2050, un objetivo que se antoja demasiado ambicioso. Esta misma institución alertaba recientemente que únicamente el 20% de los países firmantes del Acuerdo de París están haciendo los deberes. Pero la emergencia climática no desanima a estos jóvenes activistas, que no cejan en su empeño de conseguir un mundo mejor a partir de pequeños cambios. "Soy optimista y realista -afirma Margolin-. Este trabajo no tiene sentido si has perdido la esperanza en el futuro, pero para ello es necesario actuar cuanto antes para proteger nuestro planeta. Solo hay esperanza si hay acción", sentencia Margolin.