El lince ibérico

Los expertos en conservación intentan salvar al felino más amenazado del planeta. Mira las fotografías de Pete Oxford y Reneé Bish

Actualizado a

Javier Flores director digital National Geographic
Javier Flores

Director digital

El lince ibérico (Lynx pardinus), endémico de la Península Ibérica, es el felino más amenazado del planeta. En la actualidad, con poco más de 800 ejemplares en libertad y gracias a reiterados esfuerzos en favor de la conservación de la especie, el lince ibérico sigue luchando contra la extinción. La reintroducción de la especie en nuevos entornos y la proliferación en sus antiguos santuarios, como Doñana o Sierra Morena, favorece que la población de linces crezca paulatinamente. En 2002, no había más de 100 ejemplares en libertad en la Península Ibérica, mientras que en la actualidad esa cifra se ha multiplicado por ocho. Todos estos éxitos y su lucha maratoniana por la supervivencia han hecho que haya pasado de ser considerada una especie en peligro crítico de extinción a una en peligro de extinción. Ligeros matices, detalles, pero que para los linces suponen la diferencia entre la supervivencia y la extinción.

 

 

Foto: Peter Oxford y Reneé Bish

1 / 5

Un ejemplar vigila sin perder de vista la cámara.

En la actualidad, ya son más de 800 los linces que habitan la Península Ibérica, según WWF.
 

Foto: Peter Oxford y Reneé Bish

2 / 5

Agilidad y precisión

El ágil Elanio, un macho de un año de edad residente en el Parque Natural Sierra de Andújar, salva de un salto una valla «a prueba de depredadores», tal como pretendían los gestores del espacio protegido. Pensada para impedir el paso de otros devoradores de conejos, como zorros y jabalíes, y sin que suponga un obstáculo para los linces, la valla rodea un área de alimentación donde se han soltado conejos, la principal presa del felino.

Foto: Peter Oxford y Reneé Bish

3 / 5

Manjares tras una jornada agotadora.

Proporcionarles comida es una medida extrema pero vital en este momento, ya que los linces no se reproducen cuando escasean los conejos. Y si bien un conejo al día es suficiente para un lince, una madre con cachorros necesita dos o tres.
 

Foto: Peter Oxford y Reneé Bish

4 / 5

Las muestras de cariño de una madre.

Su madre, Rappas, todavía se hace cargo de Elanio, pero éste pronto se marchará y buscará su propio territorio entre los matorrales y árboles del bosque mediterráneo de la sierra de Andújar. Un collar radiotransmisor hará posible su seguimiento por parte del personal del proyecto LIFE Lince.
 

Foto: Peter Oxford y Reneé Bish

5 / 5

Adaptación forzosa para asegurar el futuro.

Los linces suelen llevar una existencia solitaria después del primer año de vida y habitualmente se limitan a frecuentar un pequeño territorio de unos 26 kilómetros cuadrados, lejos de las zonas agrícolas o habitadas. Sin embargo, el año pasado los biólogos de LIFE Lince observaron que una hembra se desplazaba 300 kilómetros y cazaba en terreno agrícola, lo que constituye un signo esperanzador de adaptabilidad para esta especie, el felino más amenazado del mundo.