El cráneo de un macho joven de Australopithecus sediba reposa cerca del lugar donde el individuo murió, entre las rocas que quizá pisó en vida. El paleoantropólogo Lee Berger (a la izquierda) y Job Kibii conversan mientras los excavadores buscan huesos cerca de la cueva de Malapa. Los esqueletos del lugar son, según Berger, «la piedra de Rosetta del origen del género Homo ». Malapa está en una llanura cubierta de hierba. El paleoantropólogo Lee Berger descansa junto a su hijo Matthew y su perro Tau en una colina del yacimiento de Malapa, cercano a Johannesburgo. Los tres paseaban por la zona en 2008 cuando Matthew halló un fósil de hueso. Su padre lo identificó como parte de una clavícula de dos millones de años de antigüedad: el primer indicio de Australopithecus sediba . Toda el área que rodea Malapa está plagada de cuevas trampa, como ésta de Sterkfontein. En este famoso yacimiento de fósiles se han hallado numerosos restos de Australopithecus, entre ellos un esqueleto apodado Piececito, cuya excavación aún no ha finalizado. Dos esqueletos del yacimiento de Malapa figuran entre los hallazgos más completos de una ciencia que en general debe contentarse con huesos dispersos. La hembra adulta (imagen siguiente) y el macho joven (arriba) pudieron ser parientes cercanos. La mano de ella, muy bien conservada, revela la capacidad de oponer los dedos índice y pulgar, lo que le permitiría coger objetos con precisión y, quizá, fabricar instrumentos. Esqueleto de una hembra adulta de Austalopithecus hallado en el yacimiento de Malapa. 
 En el laboratorio, Celeste Yates prepara tres vértebras unidas de la hembra adulta de A. sediba. Hallar piezas de la columna vertebral unidas supone no tener que especular sobre el modo en que se articulaban en vida. Los rasgos de la columna, la pelvis y las piernas indican una postura erguida, con marcha bípeda. El paleoantropólogo Kristian Carlson estudia el cráneo del macho de Malapa, cuyos rasgos cerebrales nunca se habían observado en ningún hominino tan antiguo. El orgullo nacional por los hallazgos de Malapa se refleja en las pinturas murales con las que los artistas Mabote Boy Louw y Given Fortune Bongani Nkosi han decorado una vivienda de Mamelodi. 
 Los alumnos de una escuela reciben una lección de evolución humana en el centro de visitantes de los yacimientos paleoantropológicos de Sudáfrica, declarados Patrimonio de la Humanidad y conocidos como la «cuna de nuestra especie», gracias a la abundante colección de fósiles prehumanos hallados en esta región en los últimos cien años. Un nuevo antepasado surge del mayor hallazgo de esqueletos fósiles realizado hasta ahora.