PROTEJAMOS LA BIODIVERSIDAD
Natalia Palop Quintero, Colegio Paraíso Sagrados Corazones, Madrid
Son muchas las especies que poco a poco van desapareciendo sin dejar huella, como si nunca hubieran estado en la Tierra. Según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, aproximadamente 5.200 especies de animales se encuentran en peligro de extinción y es la actividad humana la principal causa de la pérdida de biodiversidad.
Por muy grande que parezca un ecosistema, el ser humano con sus acciones es capaz de alterarlo en gran medida. El proyecto Willow, aprobado en marzo de 2023 por Joe Biden, se está llevando a cabo en Alaska con el objetivo de producir 180.000 barriles de petróleo por día, lo que proporcionará 250.000 puestos de trabajo y traerá prosperidad y beneficios económicos importantes a Alaska. Sin embargo, serán más secuelas que beneficios. La exposición a la contaminación del aire y del agua dañará a la población nativa, su agua y su tierra, y provocará que el cambio climático sea inevitable e imposible de frenar. Destrozará gran parte de la biodiversidad, afectando a la extinción de miles de animales y sus patrones migratorios, poniendo en peligro el medio ambiente y nuestro planeta.
Como este, hay muchos proyectos que contribuyen a que el mundo sea cada vez menos salvaje debido al saqueo continuo al que lo sometemos los humanos. Según David Attenborough en el documental 'Una vida en nuestro planeta', se talan más de 15.000 millones de árboles al año, la mitad de la tierra es ahora de cultivo, el 70% de las aves son domésticas, soportamos más del 40% de los mamíferos, mientras que el otro 60% son animales para nuestro consumo y el resto de mamíferos como ballenas y leones son solo el 4%. Si no actuamos, estos cambios serán irreversibles y el paraíso en el que vivimos se perderá. Somos la criatura viva más inteligente, pero para avanzar necesitamos además actuar juiciosamente y emplear nuestros recursos, ayudarnos de la tecnología y reducir nuestras zonas de cultivo para recuperar la zona salvaje.
Los bosques son también un componente básico que debemos recuperar para hacerlos más efectivos en la absorción de las emisiones de carbono. Si cuidamos de la naturaleza, esta cuidará de nosotros. Hay que asilvestrar el mundo y establecer una vida en equilibrio con la naturaleza. Descubrir cómo ser sostenibles formando parte de la naturaleza, utilizando los recursos naturales que nos proporciona y explotando al máximo las energías eternas naturales.
Sol, viento y agua en contra del petróleo u otros que perjudican los ecosistemas. La naturaleza nos muestra que es mejor trabajar con ella que contra ella. No se trata solo de salvar nuestro planeta, se trata de salvarnos nosotros con él y recuperar el rico mundo que hemos heredado y que hemos ido destrozando. Solo necesitamos la voluntad de hacerlo, dejando atrás todos aquellos proyectos dañinos para la biodiversidad y buscando colaborar con la naturaleza. Así lograremos salvar la biodiversidad y transformar el mundo en un lugar más salvaje y habitable para los que nos siguen.
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UNA LUCHA COMÚN
Diego Seijo López, IES Adormideras, La Coruña.
Todos formamos parte de una misma aldea global, así se refería el sociólogo Marshall McLuhan al mundo actual. De la misma manera, todos debemos ser uno con un problema de tal magnitud como es la pérdida de biodiversidad . Hongos; animales; plantas; protoctistas; moneras. Todos conforman la biodiversidad, una diversidad biológica que lleva décadas en peligro.
A pesar de los múltiples esfuerzos realizados por diferentes organizaciones y los distintos acuerdos la biodiversidad sigue en declive, el inmenso aumento de la población humana no supone un alivio a la naturaleza. Desde 1900 a los 2000 la población sumó 4.400 millones de habitantes a la Tierra, con ello, el área terrestre usada para el beneficio humano se convirtió de un 16,9% a un 39,3%, más del doble, así lo declara el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), y una pérdida de especies que a aumentado de un 4,9% a 13,6% ,más del doble en tan solo 100 años, tremendamente preocupante. Si no se busca una solución inmediata, un futuro sostenible será impensable. Las propuestas de mejoras medioambientales ya existen. El modelo de economía verde, los distintos protocolos como el Protocolo de Nagoya o Protocolo de Cartagena. Ahora que ya existe la teoría, hay que llevarlo a la práctica con la mayor rapidez posible.
Es un hecho que todas las especies son necesarias, si una desaparece pone en peligro un sin fin de especies, sin tiburones o corales, el océano estaría condenado. Sin abejas o flores, los campos quedarían inhóspitos. Todas y cada una de las especies que conforman la biodiversidad de nuestro planeta merecen ser protegidas .No se puede depender únicamente de la actuación de las grandes organizaciones y gobiernos del mundo, todos podemos aportar a la lucha para proteger la biodiversidad. Parar y desconectar del mundo digital y tecnológico te ayudará a darte cuenta de las especies que te rodean, aunque vivas en una ciudad, descubrirás algunos comportamientos de las aves. Mirar hacia arriba también te ayudará a conectar con la naturaleza, si puedes, aléjate de la contaminación lumínica y observa las estrellas. Otros métodos para ayudar a la protección de la diversidad del planeta es, cuando sea posible, andar o ir en bicicleta para desplazarse, y cuando no sea esto posible, usar el transporte público de la ciudad.
Hay muchas otras maneras de ayudar a la biodiversidad. El Convenio sobre Diversidad Biológica publicó en 2022, 22 acciones individuales que pueden ser llevadas a la práctica en el día a día.
No es necesario llevar a cabo todas las acciones a todas horas. Lo más importante es contribuir a proteger la gran biodiversidad existente para que las futuras generaciones no tengan que preguntarse
¿Qué es un tigre?
Luchemos por las increíbles especies de la tierra. Protejamos la biodiversidad.
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SALVAR LA BIODIVERSIDAD
Lydia Miguel Alarcón, Madrid
Me desperté aquel día antes de que saliera el sol. Cuando salí al exterior vi las luces del norte bailando sobre el cielo finés y frente a mí hallé a una cierva junto a su cervatillo. Me miraban a los ojos ambos, yo los observaba con los labios sellados. No podía creer lo que estaba divisando, pues días antes me habían advertido que desde hacía décadas nadie decía ver un ciervo o un reno en esa zona.
Cada vez que escucho hablar del ecosistema y sus habitantes, es este episodio el que me viene a la cabeza. Cómo viví algo que era pensado como imposible durante mi estancia en aquella ciudad de Finlandia tan cercana a mi alma. Me despierto cada día, sin ciervos que me miren, pero con noticias que destrozan mi corazón.
Según los estudiosos, cada año desaparecen de la tierra entre doscientas y dos mil especies distintas de fauna y flora. Hay algunas que se extinguen por factores externos que poco o nada tienen que ver con los seres humanos, pero otras como el bucardo, una subespecie de cabra montesa, el sapo dorado, el oso panda, el sándalo de Juan Fernández o la planta sophora toromiro, están extintas o están en peligro por culpa de nuestra forma de tratar el medio ambiente.
Hay muchas ideas para tratar de frenar todo esto, mas nadie parece hacerlas caso, pues anteponen proyectos destructivos como el Willow Project, que llenará de dinero los bolsillos de la élite, antes que la vida de los otros seres que habitan este planeta.
En mi opinión, las personas que proponen estas ideas para proteger la fauna y la flora no son conscientes de que están tratando de construir la casa empezando por el tejado. Debemos ir a la raíz del porqué tratamos así primero a la Tierra, nuestro hogar y luego a los otros seres. La respuesta es que ni siquiera somos capaces de respetarnos entre humanos, ¿cómo vamos a buscar el respeto hacia otras especies, la cohabitación?
No estamos preparados para proponer un plan, pues para preservar la biodiversidad se requiere primero un cambio de consciencia. Se necesita abandonar nuestro pensamiento individualizado, sustituyéndolo por una mentalidad completamente indígena, donde todos seamos uno con la naturaleza. Debemos comenzar a pensar en los demás seres vivos y en la propia Tierra como órganos cruciales para nosotros sin los que no podremos vivir.
No podemos lanzarnos a grandes planes si todavía no comprendemos: La base de todo es nuestra consciencia. El humano no aboga por los derechos de su propia especie, odia a individuos de su especie por el simple hecho de ser diferentes, ¿cómo va a abogar por la naturaleza? Se necesita un corazón grande para eso, no planes, se necesita librarse del odio y abrazar al amor como vibración.
Propongo que antes de buscar formas para estar en armonía, lo estemos con nosotros mismos. Es la única forma de que todos sigamos viviendo en la Tierra.