El "cambio climático". Normalmente, asociamos este término al deterioro de la naturaleza o las emisiones de carbono. Sin embargo, cuando hablamos de cambio climático, también estamos hablando de desigualdad e injusticia, pues existe una estrecha relación entre ellas. ¿Qué conexión hay entre estos dos términos?

Según el último informe del IPCC, los países se están viendo desproporcionadamente afectados por la deuda climática. El consumo excesivo de bienes contaminantes por parte de los países con mayor poder adquisitivo genera una minoría consumista. Para proveerse, los países más desarrollados producen estos productos en países pobres, donde la mano de obra y las materias primas son más baratas, haciendo así que las emisiones contaminantes se trasladen a países menos desarrollados. Esto no solo genera consecuencias a nivel físico, ocasionando sequías y contaminando los recursos naturales de los que muchas familias se abastecen, sino que genera malas condiciones de trabajo, bajos sueldos y una salud frágil entre la población del país. Los países más ricos llevan años aprovechando y explotando los recursos y personas de los países más vulnerables. Por consiguiente, las personas más pobres y con menos recursos son las que más están sufriendo las consecuencias del cambio climático, a pesar de ser las menos responsables.

La historia del cambio climático está llena de desigualdades. La esclavitud de personas de color ayudó a subvencionar la Revolución Industrial, que contribuyó directamente en el desarrollo de la crisis climática. Para pueblos indígenas y comunidades de latinoamérica, los desafíos actuales del desarrollo están muy influenciados por patrones históricos, como el colonialismo.

De acuerdo con un estudio del Instituto de la Mujer, el 80% de los refugiados climáticos son mujeres y niñas. Ellas son tradicionalmente las proveedoras de comida y agua en países del sur global. Las sequías e inundaciones causadas por el cambio climático las afecta directamente, pues realizar estas actividades les cuesta el triple de trabajo. Esto las hace más vulnerables ante desastres naturales e intensifica la ya discriminación y vulnerabilidad que sufren en el mundo.

Esto no tiene por qué seguir así. ¿Cómo podemos solucionarlo?, ¿qué podemos hacer los jóvenes? Somos imprescindibles. Debemos ser conscientes del problema y estar informados. Darnos cuenta de que el cambio climático perjudica de manera injusta a la población menos responsable.

Alza la voz, tus palabras e ideas son importantes. Debemos hacer ver a nuestros dirigentes y políticos que buscamos un cambio actual y que el proceso de adaptación debe incluirnos a todos y todas. No podemos tener una transición sostenible, si no tenemos una acción coordinada y global, actuando como sociedad e incluyendo y uniéndonos a los países más pobres, que son los más perjudicados. Mirar al futuro priorizando la equidad y dejando atrás el egoísmo y los prejuicios hacia otros.

Condenar el cambio climático significa combatir por una sociedad más justa y equitativa. Significa estar en contra de la pobreza y el racismo; y defender a la naturaleza y al planeta. Por eso debemos luchar por una transición ecológica por y para todas las personas.