El Sol, una incandescente esfera de gas supercaliente que podría contener un millón de Tierras, es nuestra estrella más cercana, da vida a nuestro planeta y es objeto de una fascinación sin fin. Una fascinación ensombrecida por una incertidumbre cada vez más manifiesta: nuestro Sol tiene un lado oscuro. A mediados de febrero de 2011, una erupción magnética de grandes proporciones acaecida en su superficie desató una tormenta solar gigantesca. Los científicos saben que no fue un hecho aislado y que deberíamos estar preparados para la próxima. En los años venideros se incrementará el número y la intensidad de las tormentas. Hoy es posible observar el Sol mejor que nunca, y comprender su funcionamiento mejor de lo que jamás imaginamos, pero su carácter impredecible obliga a la ciencia a mantenerse en un estado de alerta permanente.