Para dejar atrás el racismo del pasado, empecemos por reconocerlo

Entonamos el mea culpa. Hemos analizado cómo trataba National Geographic el tema racial y reconocemos los errores que cometimos hace décadas. Como explica la directora de National Geographic en Estados Unidos, "mi deseo es que la persona que en el futuro dirija National Geographic contemple nuestro trabajo con orgullo, no solo por las historias que decidimos narrar y por cómo las narramos, sino también por la diversidad que caracteriza a quienes las firman".

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Es el 2 de noviembre de 1930 y National Geographic ha enviado un redactor y un fotógrafo a cubrir un acontecimiento majestuoso: la coronación de Haile Selassie, Rey de Reyes de Etiopía, León Conquistador de la Tribu de Judá. Hay trompetas, incienso, sacerdotes, guerreros con lanzas. El artículo contiene 14.000 palabras y 83 imágenes.

Si esa ceremonia en homenaje a un hombre negro hubiese tenido lugar en Estados Unidos, y no en Etiopía, seguro que no se habría publicado artículo alguno. Es más, si Haile Selassie hubiese vivido en Estados Unidos, es prácticamente seguro que le habrían impedido el acceso a las conferencias que impartía la National Geographic Society en un Washington, D.C. segregado, y que muy probablemente no habría podido suscribirse a nuestra revista. Según Robert M. Poole, autor de Explorers House: National Geographic and the World It Made, “en los años cuarenta, los afroamericanos no podían ser socios, al menos en Washington”.

Soy la décima persona que ocupa la dirección de National Geographic desde que se fundó en 1888. También soy la primera mujer y la primera persona judía, es decir, pertenezco a dos colectivos que también fueron objeto de discriminación. Compartir los capítulos más terribles del pasado de esta revista resulta doloroso. Pero cuando decidimos dedicar nuestro número de abril al tema de la raza, pensamos que debíamos examinar nuestra propia historia antes de poner la mirada periodística en los demás.

¿Existen las razas?

La raza no es un concepto biológico, explica Elizabeth Kolbert en este número, sino una construcción social que puede llegar a tener efectos devastadores.

El tratamiento que damos a este tema tiene su importancia. Muchos lectores me cuentan que National Geographic fue su primera ventana al mundo. Nuestros exploradores, científicos, fotógrafos y redactores han llevado al público a lugares que jamás habrían imaginado; en esta tradición seguimos teniendo nuestro motor propulsor, y de ella nos enorgullecemos. Y esto significa que, en todos y cada uno de nuestros artículos, tenemos la obligación de ofrecer descripciones fieles y auténticas, un deber que no hace sino intensificarse cuando tratamos temas tan delicados como el de la raza.

En todos nuestros artículos tenemos la obligación de ofrecer descripciones fieles y auténticas del mundo que nos rodea

Pedimos a John Edwin Mason que nos ayudase en este autoexamen. Él es la persona más indicada para este cometido: es profesor de la Universidad de Virginia y está especializado en historia de la fotografía e historia de África, dos temas que suelen conjugarse en nuestros artículos. Y así fue cómo Mason se zambulló en nuestros archivos.

Lo que descubrió, en pocas palabras, es que hasta los años setenta National Geographic no prestaba la menor atención a la población no blanca que residía en Estados Unidos, a la que rara vez mencionaba como no fuese en calidad de obreros o trabajadores domésticos. Mientras tanto presentaba a los “nativos” de otros lugares como personajes exóticos, el cazador feliz –con frecuencia desnudo–, el noble salvaje: todos los tópicos de rigor.

Estereotipos blancos arraigados en la sociedad

A diferencia de revistas como Life, dice Mason, National Geographic apenas movió un dedo para llevar a sus lectores más allá de los estereotipos arraigados en la cultura blanca de Estados Unidos.

Los estadounidenses obtenían su visión del mundo de las películas de Tarzán y de burdas caricaturas racistas –explica Mason–. National Geographic no instilaba, pero sí reforzaba, los mensajes que ya se estaban recibiendo, y ello en una revista de enorme autoridad nacida en pleno auge del colonialismo.

Algunos materiales de nuestros archivos son estremecedores, como un reportaje de 1916 sobre Australia.

Bajo las fotos de dos aborígenes, el pie reza: “Negros de Australia Meridional: estos salvajes ocupan los últimos puestos en inteligencia de todos los seres humanos".

A veces el quid de la cuestión no es lo que aparece en la revista, sino lo que falta en ella. Mason comparó dos reportajes sobre Sudáfrica, uno publicado en 1962 y el otro en 1977. El de 1962 salió a la luz dos años y medio después de la matanza de 69 sudafricanos negros a manos de la policía en Sharpeville, muchos de ellos tiroteados por la espalda cuando huían. La brutalidad de aquellos asesinatos conmocionó al mundo.

“El artículo de National Geographic apenas sí menciona que exista ningún problema –dice Mason–. Los sudafricanos negros no tienen voz en el texto. Los únicos negros que aparecen lo hacen ejecutando danzas exóticas (...) o trabajando de sirvientes u obreros. Es curioso, la verdad, pensar en todo a lo que editores, redactores y fotógrafos debían cerrar los ojos deliberadamente”.

En ocasiones el quid de la cuestión no es lo que aparece en la revista, sino lo que falta en ella

Compárese aquel artículo con el de 1977, una vez vivida la época de los derechos civiles en Estados Unidos. “No es un artículo perfecto, pero reconoce la opresión –dice Mason–. Aparecen fotos de personas negras, aparecen los líderes de la oposición. El enfoque es distinto”.

Demos ahora un salto hasta 2015, cuando publicamos un artículo sobre Haití para el que pusimos cámaras fotográficas en manos de jóvenes haitianos y les pedimos que documentasen la realidad de su mundo. “Las imágenes tomadas por los haitianos son importantísimas”, dice Mason, y en otro momento de nuestra historia habrían sido “inconcebibles”. Como también lo habría sido nuestra cobertura de conflictos étnicos y religiosos, normas de género en evolución, las realidades del África contemporánea y otros temas.

Mason también desveló una gran cantidad de curiosidades: fotos de “una persona nativa fascinada por la tecnología occidental. Ello crea una dicotomía nosotros-ellos, entre gente civilizada y no civilizada”. Y no olvidemos el exceso de imágenes de bellas isleñas del Pacífico.

Al mismo tiempo hay que reconocer los puntos fuertes de National Geographic, incluso en aquella época, la capacidad de llevar a la ciudadanía de viaje por el mundo para mostrarles cosas que jamás habían visto. El 4 de abril se cumplen 50 años del asesinato de Martin Luther King Jr. Es un momento interesante para tomar perspectiva y preguntarnos qué significado tiene hoy la palabra raza. Así que se impone hablar de lo que funciona –y lo que no funciona– cuando hablamos de raza. Estudiemos por qué seguimos segregando a las personas con criterios raciales y analicemos cómo podemos construir comunidades inclusivas. Opongámonos al vergonzoso uso del racismo como estrategia política y demostremos que estamos por encima de ello.

Este número también ofrece la ocasión de echar la vista atrás y contemplar nuestros esfuerzos por iluminar el viaje humano

Para nosotros este número también ofrece la ocasión de echar la vista atrás y contemplar nuestros esfuerzos por iluminar el viaje humano, elemento medular de nuestra misión desde hace 130 años. Mi deseo es que la persona que en el futuro dirija National Geographic contemple nuestro trabajo con orgullo, no solo por las historias que decidimos narrar y por cómo las narramos, sino también por la diversidad que caracteriza a quienes las firman.

Confío en que os unáis a nosotros en la tarea de la exploración del tema. Algunas veces estas historias, como partes de nuestra propia vida, no son fáciles de leer. Pero tal y como explica Michele Norris en este número especial, "es difícil para un individuo (o para un país) evolucionar en estas historia incómodas del pasado si el origen de la ansiedad solo se discute en voz baja”.

Reportajes en National Geographic España

En España, en el mes de abril (revista que saldrá a la venta el 22 de marzo), abordaremos el tema racial publicando los reportajes más destacados del número especial de Estados Unidos:

“Cuestión de piel”. El concepto de raza carece de fundamento científico. La genética confirma que se trata más bien de un constructo social creado para definir y separar a las personas.

“Lo que nos separa” donde analizamos los conflictos interraciales.

“Calles a su nombre” donde recorremos las calles que, en todo el planeta, llevan el nombre de Martin Luther King.

“La resistencia, reinventada”. Un proyecto fotográfico de un senegalés que reproduce escenas históricas sobre la lucha por la libertad.

Foto: C.P. Scott y H. E. Gregory

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Así eran descritos los aborígenes

En un monográfico sobre Australia publicado en 1916, 
los aborígenes eran tachados de "salvajes" que "ocupan los últimos puestos en inteligencia de toda la humanidad".

Foto: Ray Chapin

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Algodoneros de Nueva Orleans

En 1941 National Geographic describía así una foto de unos algodoneros que aguardaban para estibar un barco en California: "negritos, banjos y fardos como los que podían verse en Nueva Orleans".

Foto: Frank y Helen Schreider

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Fascinados por la tecnología

El fotógrafo Frank Schreider muestra su cámara a unos timorenses en un artículo de 1962. La revista solía publicar fotos de nativos "sin civilizar" que parecían fascinados por la tecnología occidental.

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El dudoso orgullo de todo estadounidense

"Naipes y pipas de arcilla solazan a los invitados en la Mansión Fairfax, del siglo XVIII", reza el pie de foto de un artículo de 1956 sobre Virginia. Según el autor, aquellas casas, erigidas por esclavos, "son un capítulo de la historia que todo estadounidense recuerda con orgullo".

Foto: Kip Ross

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Danzas Tribales

Los trabajadores
de las minas de oro
 de Sudáfrica estaban "obnubilados por el rugido de los tambores" durante las "vigorosas danzas tribales", se leía en un artículo de 1962.

Foto Luis Marden, National Geographic Creative

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Mujeres de Bora-Bora

National Geographic, a mediados del siglo XX era conocida por sus glamurosas imágenes de mujeres de las islas del Pacífico. Tarita Teriipaia, de Bora-Bora, apareció en julio de 1962, el mismo año que actuó junto con Marlon Brando en la película Rebelión a Bordo, sobre el motín de la Bounty.

Foto: Smith Neuvieme, Fotoknbit

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Haiti fotografiada por sus compatriotas

"Le compro el pan a diario", decía el fotógrafo haitiano Smith Neuvieme de su compatriota Manuela Clermont. La convirtió en la protagonista de esta foto publicada en 2015.