En septiembre de 2004, National Geographic dedicó su revista mensual al inquietante problema del cambio climático. El calentamiento global era ya un hecho que nos preocupaba por las consecuencias que podría traer a nuestro mundo.
Dos meses antes de la publicación de la revista, que mi padre siempre compraba, yo vine al mundo, todavía inconsciente del desastre medioambiental que se nos venía encima. Hoy, 16 años después, guardo esa revista y sí soy consciente del problema que tenemos y sobre todo que tendremos en las próximas décadas, si entre todos no ponemos una solución.
Ya entonces, NG hablaba de la disminución de la banquisa ártica, una amplia extensión de agua de mar congelada, que flota sobre el Océano Ártico. Desde 1978 hasta la publicación de aquella revista (2004), se había reducido en torno a un 25%. Pero lo mas grave es que en los últimos 10 años esa banquisa, medida en el mes de septiembre, ha sido un 37% menor que en toda la década de los 80. No hay precedentes de algo así probablemente en los últimos 1.000 años.
Escribo este articulo confinada en mi casa, debido a la terrible pandemia que estamos sufriendo, y eso me ha hecho reflexionar que si en un mes y medio, la reducción de gases emitidos ha llevado la contaminación de nuestras principales capitales a datos de polución de hace décadas, ¿qué ocurriría si fuéramos capaces de seguir evolucionando de manera más responsable?
Hay muchas maneras de evitar que este problema vaya a más y que todos hemos escuchado, como un mayor uso del transporte público, ahorrar energía, etc.
Yo creo que hay tres protagonistas que deben reducir el calentamiento global:
Los gobiernos: deberían aportar más fondos para la investigación de cómo fomentar el uso de energías renovables y además dotar de más ayudas para que la población obtenga a menor precio esas energías (coches eléctricos a bajo precio, paneles solares, etc)
Las empresas: tienen que concienciarse de que es posible hacer un mayor uso del teletrabajo, lo que reduciría el volumen de coches que diariamente se mueven de un lugar a otro, muchas veces ocupados por una sola persona y cuyo nivel de contaminación es altísimo.
También podrían invertir en edificios inteligentes y ecológicos con paneles solares, huertos en el tejado, aprovechamiento de la luz, aislamientos eficientes o instalación de cargadores eléctricos para coches de empleados.
Por último, cada uno de nosotros debemos ser responsables de pequeñas acciones que podemos hacer diariamente y que, sin costarnos nada, pueden tener mucho impacto en la mejora del medioambiente: uso esponsable del agua y la luz, reciclado de materiales, comprar menos productos envasados...