Cuenta Ann Druyan en el prólogo a Cosmos. Mundos posibles (RBA Libros) que un Carl Sagan niño asistió junto a sus padres a la Exposición Universal de Nueva York de 1939, que fue uno de los 45 millones de visitantes que acudieron y que, a pesar de sus rabietas, no logró su helado de chocolate ni llevarse una de aquellas linternas azules y naranjas de baquelita que tanto triunfaban entre el público infantil porque sus padres eran pobres y no se lo podían permitir. Llevaron, eso sí, la comida de casa y de postre se comieron una manzana.
Algunos años después, el propio Carl Sagan reconoció que de no haber sido por aquella exposición, cuyo tema era “El mundo del mañana”, no habría nacido su vocación científica: “Para mí, el romanticismo de la ciencia sigue siendo tan atractivo y nuevo como lo fuera aquel día, hace más de medio siglo...”, confesó en El mundo y sus demonios (1995). Aquel niño salió con la convicción de que al lugar llamado futuro que había podido contemplar sólo se podía llegar a través de la ciencia. Como dice la propia Ann Druyan en el prólogo, “los sueños son mapas”. Cierto, los sueños son mapas, y también son libros como los diez de esta selección que indican a su modo el camino a seguir para alcanzar el mundo mejor del mañana. La lectura de cualquiera de ellos puede ser tan potente y entretenida como aquella Exposición Universal de Nueva York de 1939 con decoración de estilo art decó.