Hasta bien entrada la Edad Moderna, los perros eran vistos más como animales de trabajo que de compañía, salvo los pocos afortunados criados por las clases altas como mascotas. Uno de los tipos de perro más apreciados eran los mastines, caracterizados por su complexión fuerte y su carácter protector, que se criaban para proteger los rebaños.
Con la creación de los clubes de criadores durante del siglo XIX, se agrupó con el término “mastín” a una serie de unas razas que compartían estas características. Hoy en día muchas de ellas se han convertido en mascotas, aunque también siguen presentes en la ganadería.
Qué es un mastín
Los mastines son uno de los dos tipos de perros llamados molosos, que desde la Antigüedad se utilizaban para proteger los rebaños. El otro tipo de molosos son los dogos, que solían criarse como perros de presa, mientras que los mastines tenían un rol defensivo. Ambos se caracterizan por una complexión musculosa, cabeza grande y mandíbulas poderosas, y por lo general pelo corto.
Los mastines suelen ser perros más grandes y pesados, mientras que los dogos suelen ser más pequeños y ágiles. Esto tiene que ver con sus roles, ya que los mastines se criaron fundamentalmente para ahuyentar a los lobos, que son mucho más grandes y fuertes que la mayoría de los perros. No obstante, algunas razas de dogo como el gran danés son de gran tamaño, al haber sido criados para la caza mayor.
Hay algunas razas de gran tamaño que, a pesar de llevar el nombre de mastines, no son reconocidas por todos los clubes de cría como mastines “puros”, sino como cruces de mastín y perro pastor: algunos ejemplos son el mastín de los Pirineos o Gran Pirineo; el mastín italiano, también llamado pastor de Maremma o pastor de los Abruzos; y el mastín tibetano o dogo del Tíbet.
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El mastín español o leonés es una de las razas de pastoreo más comunes en España.
El carácter del mastín
A lo largo de la historia los mastines han sido muy apreciados por la seguridad que proporcionan. Son perros extremadamente leales y protectores, lo que unido a su tamaño y fuerza, los hacía ideales para proteger a los rebaños frente a los lobos y otros depredadores, y también como perros guardianes.
En el siglo XX los mastines empezaron a popularizarse como perros de compañía. A pesar de su carácter protector, cuando son socializados como perros de compañía son dóciles y muy cariñosos; pero pueden ser desconfiados frente a los extraños, especialmente si de pequeños no han tenido la oportunidad de exponerse a ambientes y grupos distintos de los de su propia casa.
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El San Bernardo es uno de los mastines más populares como mascotas, pero originalmente fue criado para rescates en alta montaña por su gran fuerza.
Al introducir una nueva mascota en un hogar donde ya habite un mastín, es conveniente que se conozcan previamente fuera del domicilio, ya que el veterano podría percibir al recién llegado como un intruso en su territorio. Por el contrario, si se trata de un cachorro suelen ser curiosos y amigables con ellos, aunque hay que tener cuidado de no dejarlos solos puesto que los mastines a veces no son conscientes de su propia fuerza y peso, y podrían hacerle daño sin querer mientras están jugando.
¿Pueden ser peligrosos los mastines?
Por su apariencia intimidante y carácter protector, hay quien se pregunta si los mastines pueden ser peligrosos y si conviene evitarlos si nos los encontramos, especialmente en el ámbito rural, donde suelen acompañar a los rebaños.
Los mastines como grupo no son considerados perros potencialmente peligrosos (PPP), aunque algunas razas concretas de perros molosos sí que entran en esta consideración dentro de la legislación española o de algunas comunidades autónomas. La ley estatal incluye al dogo argentino y al Tosa o mastín japonés, mientras que las leyes de algunas comunidades lo extienden al perro de presa canario, el perro de presa mallorquín, el mastín napolitano, el dogo de Burdeos, el dogo del Tíbet y el Bullmastiff.

Ante todo, conviene decir que ninguna raza de perro es de por sí peligrosa y que muchas razas de mastines son populares mascotas, como el boyero de Berna o el San Bernardo. La clave está en cómo han sido socializados, puesto que si uno ha sido sido criado como perro pastor o guardián y no como mascota, instintivamente va a percibir a alguien desconocido como una posible amenaza aunque objetivamente no lo sea, especialmente en el caso de los mastines ya que tienen un carácter extremadamente protector.
Los mastines, y en general cualquier perro pastor, establecen un “perímetro de seguridad” alrededor del rebaño y perciben como un intruso a cualquiera que lo traspase conscientemente o no. Por ello, al encontrarse con un rebaño lo más prudente es alejarse, aun si los perros no están a la vista. Hay que mantenerse al menos a unos 20 metros de distancia de los animales y evitar ir en dirección a ellos.
Si los perros nos ven, su primer instinto será el de ladrar para ahuyentarnos. Es importante alejarnos de inmediato pero con calma, ya que si gritamos o corremos podemos ponerlos más nerviosos. En ningún caso hay que usar bastones, ramas u otros objetos para intentar espantarlos, ya que entonces claramente nos percibirán como una amenaza y es probable que adopten una actitud agresiva e incluso nos ataquen.
Si llevamos a nuestro perro con nosotros y pensamos que puede haber rebaños cerca, debemos mantenerlo atado; y si vamos en bici, bajarnos de ella y seguir a pie. El motivo es que los perros guardianes tienden a interpretar cualquier cosa o animal que se mueve rápido como una amenaza, especialmente si son otros perros ya que pueden confundirlos con lobos.