Como cantaba Radio futura en 1984: “Arde la calle al sol de poniente, hay tribus ocultas cerca del río...” Y no les faltaba razón, porque con la llegada del calor vuelven a aparecer insectos que necesitan del agua de ríos, charcos y embalses para reproducirse.
Entre ellos se encuentra la mosca negra (Simuliidae), una familia compuesta por más de 1500 especies distintas de insectos nematóceros cuya mordedura conocen bien animales y humanos que viven cerca de acumulaciones de agua.
Este año, las escasas lluvias y la disminución del caudal de los ríos pueden ser especialmente favorable para la reproducción de la mosca, pero conocer a este pequeño insecto puede librarnos de sufrir los dolores que provoca su mordedura.
En España se conocen más de 50 especies endémicas, pero su expansión es cada vez mayor, y se están reportando habones causados por su mordedura en cada vez más ciudades y pueblos de la península.
¿Me ha picado una mosca NEGRA?
La mosca negra es hematófaga, es decir, necesita consumir sangre de animales, pájaros o humanos para cumplir con su ciclo vital.
Al contrario que el mosquito, la mosca no “pica” porque no tiene una trompa especializada para buscar los vasos sanguíneos, si no que es mucho más sanguinaria. La hembra de este insecto rasga la piel de la víctima con sus mandíbulas y, para poder darse un festín, añade compuestos farmacológicamente activos entre los que le incluyen inmunomoduladores y antiinflamatorios. Así, junto a los vasodilatadores y anticoagulantes, disponen del tiempo y del flujo de sangre suficiente para poder llenar sus estómagos; aproximadamente 5 minutos.
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Gracias a esta peculiar forma de alimentación, las hembras obtienen los nutrientes necesarios para madurar los huevos y poder engendrar la siguiente generación de moscas. La puesta se realiza generalmente en flujos de agua en movimiento, y bien puede realizarse directamente en el agua, o en otros objetos o plantas que se encuentren semisumergidos. Cada hembra realiza una puesta de varios centenares de huevos que envuelve con una sustancia compuesta por polisacáridos y proteínas. El resultado es una cobertura gelatinosa capaz de mantener la humedad y que evita que sean arrastrados aguas abajo por la corriente.
Unos días después, de cada huevo surgirá una larva que utilizará un filamento sedoso para unirse a los objetos de su alrededor. Estas larvas pueden moverse de objeto a objeto con una técnica que podría recordar vagamente los movimientos del hombre araña, aunque a una escala mucho más pequeña y, sobre todo, más lenta.
Los tiempos destinados al desarrollo varían enormemente según la especie. Algunas optan por soportar las duras condiciones invernales protegidas en forma de huevo, pero otras lo hacen en estado larvario. Lo que sí es común en ambas es que, una vez las larvas han consumido suficientes nutrientes del agua que les rodea, se envuelven en un capullo de donde emergerán en forma de mosca adulta. En la mayoría de las especies este ciclo ocurre únicamente una vez al año, por lo que se considera que las moscas negras son estacionales.
Las provincias en mayor riesgo
Las regiones bañadas por el Ebro y sus afluentes son de las más afectadas por este insecto que aprovecha las enormes cantidades de agua y plantas acuáticas presentes en este río para reproducirse. Sin embargo, el cambio de las temperaturas y los desplazamientos fortuitos en vehículos han favorecido su migración.
En los últimos años se ha dado parte a las autoridades sanitarias de mordeduras de este insecto en muchas otras regiones, lo que sugiere que se está extendiendo por toda la península. Actualmente, la mosca negra se encuentra en zonas de Andalucía, Aragón, Cataluña, La Comunidad Valenciana, Madrid y Murcia. Por ello es importante el control de las poblaciones por parte de las autoridades, que pueden realizar limpiezas regulares de ríos y otras masas de agua para impedir el crecimiento incontrolado.

En España, los dolores más comunes que provoca la mosca negra son los desgarros de la piel y las posteriores complicaciones derivadas de rascar los habones, como las infecciones provocadas por patógenos oportunistas. En personas susceptibles, también es posible sufrir reacciones alérgicas a los compuestos presentes en la saliva de las moscas. Estas reacciones alérgicas suelen manifestarse en forma de fiebre o de reacciones cutáneas más intensas y dolorosas que las habituales, pero suelen solucionarse sin complicaciones graves.
En otros países del mundo, existen parásitos que han especializado su ciclo de vida para trasmitirse con algunas especies de esta mosca. Este es el caso de los nemátodos Onchocerca volvulus, causante de la oncocercosis, una enfermedad conocida como la “ceguera de los ríos”; y algunos del género Mansonella, que provocan la mansonelosis, caracterizada por fiebre, vértigos y dolores.
Cómo evitar la mosca negra
La Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) ha creado una serie de recomendaciones basadas sobre todo en la prevención para evitar las picaduras. Recomiendan alejarse de los ríos y otras masas de agua dulce, así como minimizar los pequeños recipientes que contengan agua para impedir su proliferación. En el caso que se vaya a acudir a una zona poblada por estos insectos, la primera recomendación es llevar ropa larga, porque deja expuesta una menor cantidad de piel y, por tanto, obstaculiza las mandíbulas de la mosca.
El cambio de las temperaturas y los desplazamientos fortuitos en vehículos han favorecido la migración de la mosca negra a otras regiones
El uso de repelentes que contengan una concentración mayor al 45% de N,N-Dietil-meta-toluamida, o DEET puede ser efectivo para impedir la mordedura. Aunque el mecanismo de acción exacto es todavía desconocido, la hipótesis que muestra las pruebas más sólidas es que este compuesto actúa sobre los receptores olfativos y receptores químicos relacionados con el contacto de la mosca.
Finalmente, si no se ha podido evitar la mordedura del insecto, la recomendación es evitar el rascado y realizar un seguimiento de la zona para controlar que no se produzcan reacciones exacerbadas. Aplicar frío puede reducir la inflamación, y el uso de desinfectantes o pomadas especiales para picaduras pueden hacer más llevadero el prurito resultante. En el caso que se detecte una rojez o picor inusual es recomendable consultar en el centro de salud o, si se produce una reacción alérgica grave, se debe valorar si acudir a urgencias.
Este mundo es compartido por millones de seres vivos y el ser humano es solo una pequeña parte de un complejo ecosistema. Los desequilibrios que se producen en esta delicada balanza pueden afectarnos de formas impredecibles. Siendo conscientes del mundo que nos rodea podemos llegar a ponernos en la piel de esa pequeña mosca, que necesita de nuestra sangre para sobrevivir. Aunque, personalmente, voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que no sea a mí a quien piquen.