La capacidad de adaptación resulta clave para el mundo animal. Ello explica, por ejemplo, que los ciervos tengan las orejas grandes y un oído excelente para detectar el peligro. O que depredadores como los zorros o los tigres cuenten con dientes curvos y afilados y garras que les ayudan a aferrarse con fuerza a sus presas. En el caso de las serpientes, esta necesidad de adaptación es todavía más necesaria, habida cuenta que algunas especies no tienen la oportunidad de alimentarse con tanta frecuencia. Algunos ofidios, como los pitones y las víboras, están especialmente diseñados para preparar una emboscada, mientras que otros cuentan con lenguas bífidas que les permiten seguir el rastro del alimento. Otras, sin embargo, simplemente tienen la capacidad de abrir su boca al máximo para ingerir presas enormes en relación con su tamaño, incluso más grandes que su propia cabeza. Es el caso de una diminuta serpiente africana que se alimenta únicamente de huevos. Según un nuevo estudio publicado recientemente en la revista Journal of Zoology, podría tratarse de la especie que depreda presas más grandes en relación con su tamaño.
Las serpientes del género Dasypeltis, presentes en todo el continente africano, son unos ofidios de aproximadamente un metro de largo. Son pequeñas, delgadas y casi no tienen dientes, ya que estos les estorbaban para alimentarse de su alimento preferido: los huevos. Tampoco tienen veneno, aunque no lo necesitan: cuando se sienten amenazadas, imitan a las víboras venenosas aplanando la cabeza y frotando sus escamas para emitir un sonido parecido a la de sus primas hermanas. Sin embargo, aunque no son unas expertas cazadoras, son unas auténticas expertas en lo que mejor saben hacer: engullir huevos, por muy grandes que sean. La clave: la disposición de sus vértebras, capaces de abrirse para dejar hueco al alimento, y cuya forma ayuda a aplastar el huevo una vez dentro. Y, sobre todo, la extraordinaria elasticidad de la piel situada debajo de las mandíbulas, características que permiten a esta especie abrir la boca hasta límites insospechados: en concreto, varias veces el tamaño de su cabeza.
Una capacidad extraordinaria que las sitúa incluso por encima de las pitones de Birmania (Python bivittatus), unos ofidios capaces de devorar ciervos de hasta 30 kilos y caimanes de más de 45 kilos. Eso no es nada comparado con estas pequeñas serpientes africanas, cuya área de apertura máxima de su boca es el doble que las pitones, o aproximadamente de 3 a 4 veces mayor que en otras especies consumidoras ocasionales de huevos, como la víbora ratonera Pantherophis obsoletus. Ello convierte a Dasypeltis en las serpientes que más abren la boca en relación con su tamaño.
Journal of Zoology
Tamaños extremos de serpientes utilizados para determinar la abertura máxima. (a) Pantherophis obsoletus y (b) Dasypeltis gansi. Las flechas en los especímenes grandes indican el extremo distal de la mandíbula inferior.
"El factor determinante es la capacidad que tiene la piel y otros tejidos blandos entre las mandíbulas inferiores para estirarse enormemente sin romperse -explica el biólogo a National Geographic España a través del correo electrónico-. Incluso cuando el movimiento de los huesos deja espacio libre, son los tejidos blandos los que desempeñan un papel vital a la hora de alimentarse.
Una posible explicación, la ventaja evolutiva
Los resultados del estudio podrían servir de base para investigaciones posteriores que arrojen luz sobre el tipo de presas que son capaces de comer las serpientes, así como las ventajas y desventajas evolutivas que les confiere el hecho de ser tan buenas devoradoras de huevos y tan malas depredadoras de otro tipo de presas. “Una supuesta ventaja de comer un huevo es que estos son indefensos. Sin embargo, también hay una desventaja potencialmente significativa: pues son bastante cortos en comparación con el área de sección transversal. En consecuencia, la masa por unidad de área transversal (el indicador que mide la masa que es capaz de ingerir la serpiente en relación con el área determinada) es bastante reducida para un huevo de ave en comparación con otros tipos de presa. Es de suponer que esta diferencia de forma entre los huevos de ave y las presas más alargadas, como roedores y lagartos, podría hacer que fuera más importante ser capaz de abrir la boca para consumir una masa razonable en una comida determinada. Así pues, esa diferencia en la geometría de los huevos en comparación con otras presas podría ser un factor determinante que explicaría la evolución hacia una boca tan grande”, explica el doctor Jayne.